lunes, 26 de noviembre de 2018

La importancia de Oña y otros monasterios en el mantenimiento de los vínculos de Merindades con Castilla

El Monasterio de Oña se funda (o se refunda) en el año 1011, y durante los primeros siglos de su existencia será uno de los más importantes de Castilla y tendrá fuertes vinculaciones con la corte. El formato de creación, por parte del conde Sancho García en favor de su hija Tigridia se parece mucho al infantado que había creado su padre García Fernández en favor de sus hermanas en Covarrubias.

Monasterio de Oña

La mayor parte de sus propiedades las obtiene precisamente en el acto de creación, y es de reseñar el gran número de las mismas situadas en las actuales Merindades. Hay que destacar la importante zona de pastos de los montes de Pas; las situadas en las zonas de los alfoces de Santa Gadea y Bezana, en el entorno de Espinosa, en el valle del Nela hasta su entrada en los llanos de Castilla, en Castilla Vieja y en Valdivielso.



Por su parte otro importante monasterio castellano, San Millán de la Cogolla, también tenía importantes posesiones en Merindades: Mena, Angulo, Herrán… eran algunas de las zonas de en las que tenían influencia.

Como ha señalado García de Cortázar: "la instalación y expansión exitosa de monasterios “de Montaña”, como San Salvador de Oña y San Millán de la Cogolla, significan y expresan la vinculación de las zonas más pegadas a la tradición ganadera en la cultura cerealística, cultura que previamente había prendido en los llanos. Los mismos dominios de estos y otros monasterios (Cardeña, Arlanza, Silos) simbolizan, en su mera expresión geográfica, la realidad de una integración de multitud de lugares, repartidos por grandes espacios, en una onda de pautas e intereses económicos, religiosos y culturales comunes, con un centro definido jurídica, social y religiosamente y una cadena jerárquica perfectamente establecida entre este centro y cada uno de los núcleos que componen ese dominio. "

En definitiva, los vínculos del norte burgalés con algunos de los monasterios más importantes de Castilla van mucho más allá de su proximidad geográfica o su adscripción administrativa a un determinado territorio.

Fuentes:
 “Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“Historia de Burgos” VVAA. Diario 16 de Burgos. (1993)

domingo, 25 de noviembre de 2018

Interesantes registros documentales del Monasterio de Oña (siglos XI-XIII)


En relación a la castellanidad del actual territorio de Merindades, durante el periodo central de la Edad Media encontramos en la documentación conservada del Monasterio de Oña interesantes referencias, de las que comentaremos algunas.


En el documento de fundación de la Abadía de Tabliega y donación del mismo al Monasterio de Oña (año 1032) se puede leer en un momento determinado esta expresión “si por auentura el abbad de Oña uiniere a Castilla”. El uso de esta fórmula demuestra que desde el punto de vista del declarante Tabliega (junta de Traslaloma) formaba parte del ámbito geográfico de Castilla y Oña no. Es decir, que aún tenía la referencia mental de la Castilla primitiva pese a que desde hace décadas ya se la conocía como “Castella Vetula”.

En las fórmulas oficiales de cierre de documentos, en los que se cita a los gobernantes del momento, encontramos para este periodo ejemplos como el siguiente (año 1043) “Reynaba don Garcia y doña Stephania in Pampilona et in Alaba et in Castella Vetulla et in Najera, et euis frater Fredinandus , in Legione et in Burgos”. Aparece por tanto de forma inequívoca Castilla la Vieja como referente territorial de la zona.

En los documentos inmediatamente posteriores, la fórmula es la siguiente: “Reinante el rey don Alfonso en Leon e en Burgos” (documento del año 1084).

En un documento del año  1131 se produce una donación en la que la propietaria da al monasterio de Oña toda la heredad que tiene “desde Argomedo usque in Petralata”. Según la doctora Arribas Magro esta expresión: “Desde Argomedo (Valdebezana) a Petralata (en las cercanías del Portillo del Busto)” viene a significar que para los interlocutores ambos puntos eran los extremos de un ente territorial con características propias, coincidiendo a rasgos generales con el actual territorio de Merindades.

En los documentos de las décadas siguientes en la fórmula de cierre ya no se hace referencia únicamente a los reyes, sino también a los tenentes o alcaides, y de nuevo el ente territorial de referencia vuelve a ser Castella Vetula. Ponemos aquí algunos ejemplos:

 (año 1182) “comité Ferdinando tenente Castellam Vetulam”

 (año 1194) “Didaco Lupi tenente Najaram, Borouiam et Castellam Vetulam”

(año 1202) “Lupus Sancii dominante toti Castele Uetule”

(año 1205) “Aluar Nunez tenente Borouiam et Castelam Uetulam”

(año 1268) “Nunno Gonzalez teniente Burueua e Rioia e Castiella Vieia”

Tan sólo unos años más tarde de esta referencia, ya se utiliza el término merino:

(año 1277) “merino de Castilla Ueia, Martin Royz de Baldeuielso”

Como podemos observar a través de estos registros, existe una traslación clara del concepto territorial de Castilla al concepto de Castilla la Vieja, y a su vez una continuidad de este término a lo largo de los siglos, no observándose ningún otro ente territorial de categoría equivalente en el territorio de las actuales Merindades.

Fuente:

“Documentación del Monasterio de San Salvador de Oña” Isabel Oceja Gonzalo (1983)

lunes, 19 de noviembre de 2018

Consolidación de la estructura territorial de Castilla la Vieja durante la dominación navarra

En las escasas décadas de dominación navarra sobre las Merindades el régimen de alfoces es sustituido (o quizás deberíamos decir superpuesto) por el régimen de tenencias. Este sistema procede de un ámbito en el que el aspecto militar y defensivo era más importante, tanto más considerando el hecho de que Castella Vetula vuelve a ser “tierra de frontera”.

La diferencia entre un alfoz y una tenencia, entre el merino o sayón de un alfoz y el senior de una tenencia es que este segundo veía aumentada su responsabilidad y su poder con el mando militar del distrito, al que debía defender y proteger con sus propios medios humanos movilizando a los hombres y medios de defensa en caso de necesidad, y con sus medios económicos, que obtenía directamente de las rentas originadas en el territorio de la propia tenencia. Para una mayor eficiencia, un mismo senior llegó a acumular varias tenencias y también por ello las tenencias agruparían varios de los antiguos alfoces.



Ya hemos citado en un artículo anterior que en 1040, en la carta de arras dada a doña Estefania por su marido, García el de Nájera, se citan las jurisdicciones a través de las cuales gobernaba en Castilla-Vieja: Tedeja, Petralata, Arreba, Castro, Duarte, Mena y Tudela. Es el primer documento en el que se registra la completa organización supraaldeana del territorio escindido del condado de Castilla, y creemos que agrupaba las demarcaciones que ya estaban constituidas desde tiempos protohistóricos con la denominación de valles, territorios o alfoces.

De acuerdo con el meticuloso análisis del territorio y la documentación medieval realizado por  doctora Mª del Carmen Arribas Magro la correspondencia entre los primitivos alfoces y las tenencias posteriores sería la siguiente:

La tenencia de Tedeja debió comprender los alfoces de Campo Redondo, Cigüenza, Medina, Torres (La Cerca), Mijangos, Los Butrones, el valle de Valdivielso, y el valle de Caderechas, cada uno de ellos con su correspondiente elementos defensivo.

La tenencia de Petralata debió comprender los valles de Dondisle, Tobalina, Leciñana, Valderrama, Frías, Orcha, Rio Jerea, Penches y Petrapidonia y el alfoz de Petralada.
Sierra de Petralata (foto Zález)

La tenencia de Arreba comprendía los valles de Zamanzas, Bezana, Virtus y Manzanedo, y el lugar de Brizuela del valle de Porres (el resto de los lugares de dicho valle se encuadraban en la tenencia de Castro).
La tenencia de Castro incluiría los valles de Porres (a excepción de Brizuela), Sotoscueva, Cornejo, Villamartín, Valdebodres, Cinco Villas, Montija, Espinosa, el alfoz de Munio Didaz y Pienza o Pozos.
La tenencia de Duart se corresponde con el Dobarto documentado que acabó fijándose a Castro y dando lugar a Castrobarto. La tenencia estaría compuesta por los alfoces de Oteo, Traslaloma, Rio Serea, Área Patriniani, Villalba de Losa y el valle de Relloso. 
La tenencia de Mena estaría compuesta por los valles de Mena y de Ordunte.
Ribota de Ordunte (Valle de Mena) foto de Milagros Díaz Gil

La tenencia de Tudela incluiría los valles de Tudela y de Angulo
San Zadornil se incluía junto a Valdegovia (Álava) en la tenencia de Lantarón junto a Sobrón.

Fuentes:
 “Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“Alfoces y Tenencias” Gonzalo Martínez Diez. Boletín de la Institución Fernán González (2008/2)

jueves, 15 de noviembre de 2018

Castilla crece. Nace Castella Vetula

Vemos como ya desde principios del siglo X el ámbito territorial de Castilla se extiende rápidamente hacia el sur y hacia el norte, pero los habitantes de las montañas de Burgos no quieren renunciar a un nombre con el que se sienten identificados, que tantos esfuerzos y sacrificios ha llevado aparejado. Nace así el concepto de “Castella Vetula”, la antigua, la auténtica. Usado quizá desde décadas antes, las primeras citas documentales referida a “Castella Vetula” se remontan a finales del siglo X, y con variaciones más o menos importantes puede rastrearse su continuidad incluso hasta nuestros días en docenas y docenas de registros.


Instituto Castella Vetula de Medina de Pomar. iescastellavetula.centros.educa.jcyl.es. 

Habla de nuevo el profesor Martínez Diez: “Cuando a finales del siglo IX y principios del X los hombres de ese pequeño rincón salieron de las montañas y avanzaron hasta el Duero, aquellas primitivas tierras ya no se llamaron Castilla a secas, sino que fueron designadas como “Castella Vetula”, o sea, Castilla Vieja. Esta es la primitiva Castilla, aquella protegida por un puerto bien cerrado, tierras que en el siglo XIII designaba el poeta, autor del Poema de Fernán González, con el nombre de Castilla la Vieja, y que el mismo poeta describirá como una comarca bien cerrada y guardada:

Era Castilla la Vieja
Un puerto bien cerrado
Non había entrada más
De un solo forado.”

Pero, ¿Qué territorio comprendía esa “Castella Vetula”? Todo hace pensar que si no todas las Merindades actuales, sí la mayor parte. En un documento de 999 se citan los territorios de Castilla Vieja, Bezana y Santa Gadea. Más clara queda esta demarcación en el periodo de dominación navarro (1028-1054): en el correspondiente reparto de territorios entre Fernando I y su hermano García, en lo que corresponde a las actuales Merindades el territorio del navarro llega hasta la tenencia de Arreba.

Así puede verse en la carta de arras dada en 1040 a doña Estefania por su marido, García el de Nájera, en donde se citan las jurisdicciones a través de las cuales gobernaba en Castilla-Vieja: Tedeja, Petralata, Arreba, Castro, Duarte, Mena y Tudela. Durante este periodo, en varios documentos oficiales encontramos rúbricas del tipo “reinante el rey don Fernando en León e en Castella, e su hermano don Garzia en Nagera e en Castilla Uieja”. Es decir, queda claro que Castilla Vieja ha alcanzado el estatus de supraterritorio que comprende a la mayor parte de las actuales Merindades. No en vano, en 1037 se cita a un obispo ejerciendo en Castilla la Vieja “Episcopus Dato in Castella Vetula”.
Tedeja

Queda fuera de este marco territorial, por tanto, exclusivamente la zona correspondiente a los alfoces de Bricia y Santa Gadea. Es consistente la atribución de esa parte del Condado de Castilla a Fernando; puesto que la documentación así parece indicarlo “ –regnante in Pampilona et in Alava et in Castella Uetula et usque in Burgis et in Bricia obtinente Cutelium con suis terminis in Asturiis.” (reinante en Pamplona y en Álava y en Castilla Vieja, y hasta Burgos y Bricia)

Quizás provenga de esta época la dinámica histórica un tanto diferenciada de los territorios más occidentales de merindades, aunque ello no signifique que fueran menos castellanos ni desde luego más “cántabros” (significase eso lo que significase entrados ya en el segundo milenio). Hablaremos del tema, no obstante.

Fuentes:
“Documentación del Monasterio de San Salvador de Oña” Isabel Oceja Gonzalo (1983)
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“El Condado de Castilla. La historia frente a la Leyenda” Gonzalo Martínez Diez (2005)

lunes, 12 de noviembre de 2018

Los alfoces altomedievales burgaleses

El ya desaparecido medievalista Gonzalo Martínez Diez daba por seguro que en el momento de constitución del gran condado de Castilla ya se encontraba instaurado por todo  el territorio el sistema de gobierno y administración basado en alfoces, que serían los principales antecedentes de los municipios de la zona norte que nos han llegado hasta la actualidad. De hecho, la doctora Arribas Magro afirma que los partidos en que se dividirán las Merindades en el siglo XIV tienen, en su mayor parte, ese origen remoto.

Con este vocablo, muy utilizado en el dominio político del Islam, derivado del árabe al-hawz, se designaba preferentemente en el ámbito condal castellano esas pequeñas demarcaciones comarcales o distritos político-administrativos en que subdividía el condado de Castilla. Al frente de cada uno se encontraba un delegado del conde; y como tal designado y removido por éste a su voluntad.

El término alfoz vino a sustituir, aunque durante un tiempo sería coetáneo, al “territorium” altomedieval, aunque no exactamente con el mismo significado. El alfoz estaba inicialmente asociado a un castillo en que existía un oficial condal (merino o sayón) que ejercía las competencias delegadas por el conde.  De la jurisdicción original de la fortaleza, cabeza del alfoz, se irían segregando todos los nuevos cotos o jurisdicciones exentas señoriales que magnates laicos, prelados, monasterios o concejos urbanos irán obteniendo y restando al merino o sayón del alfoz a través de sucesivas concesiones y privilegios regios.
Asentamiento del castillo de Petralata, cabeza de Alfoz

El vocablo alfoz fue utilizado con casi un siglo de antelación y con mucho mayor intensidad en tierras castellanas que en las leonesas. La primera mención sin tacha data de mediados del siglo X, y hace referencia a un lugar “…que est sita in alfoz de Munno”. Dado que en León había mayor número e influencia de los mozárabes, creemos que esta predilección por el término “alfoz” pudo deberse a una preferencia del término por parte del propio conde Fernán González y sus sucesores.

A la hora de identificar cada uno de los alfoces que integraban el condado nos encontramos con la dificultad de que en muchas demarcaciones no existía un centro monástico capaz de generar la suficiente cantidad de documentos como para ser mencionados todos los territorios de todas las comarcas. Este hecho es especialmente palpable en tercio norte de nuestra provincia.

No obstante, combinando los trabajos de Martínez Diez y Arribas Magro ( que se ha servido también de la geografía de los arciprestazgos surgidos más tarde, alrededor del siglo XII como plasmación del sistema de organización parroquial que copió la organización de las tenencias realizada por Sancho el Mayor bajo la influencia de Cluny) podemos llegar a proponer un mapa completo de los alfoces que integraban la “parte burgalesa” del gran condado de Castilla. Sin olvidar que la documentación también registra alfoces en la parte cántabra, como “Val de Ripa Hibre” (Valderredible), Cabuérniga, Cabezón de la Sal o Rasines, entre otros.

La localización de los alfoces de la zona centro y sur de Burgos es mucho más fácil, tanto que incluso se puede completar el mapa de distribución de alfoces de toda la provincia y que presentamos de forma esquemática a continuación. A efectos de claridad, en la zona de Merindades hemos sustituido en la mayor parte de los casos los alfoces por las tenencias; que integraban varios alfoces. Por ejemplo, la tenencia de Castro en opinión de la doctora Arribas Magro englobaba los alfoces y valles de Porres, Sotoscueva, Cornejo, Villamartín, Valdebodres, Cinco Villas, Montija, Espinosa, Munio Díaz y Pienza.

Fuentes: 
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“Alfoces y Tenencias” Gonzalo Martínez Diez. Boletín de la Institución Fernán González (2008/2)

domingo, 11 de noviembre de 2018

De los microcondados al macrocondado de Castilla: El primer antecedente de la provincia de Burgos.






Los años finales del siglo IX y los primeros del X son testigos de importantes avances territoriales en el marco del actual territorio de la provincia de Burgos. A partir del espacio nuclear montano controlado por Rodrigo observamos las incorporaciones hechas por Diego Rodríguez (las campiñas entre los Montes Obarenes y el rio Arlanza) y Gonzalo Fernández (las comarcas situadas al norte del Duero, incluida Tierra Lara).

Coincide este periodo con el traslado de la corte desde Asturias a León, y la mayor implicación regia en los asuntos de área que nos ocupa. Es por estos años cuando surge el concepto de microcondados como ente organizativo de la zona. Inicialmente Brañosera/Campoo, Castilla y Álava y más adelante los de Burgos, Lara, Lantarón/Cerezo. Es la monarquía la que nombra a los condes o señores.

En el año 932 el monarca leonés Ramiro II decide subsumir los microcondados en un macrocondado antonomásico, consignando al cargo a Fernán González, cuyo papel primordial será consolidar y organizar este espacio tan complejo. Y la capital del condado será Burgos, fundada o repoblada apenas unas décadas antes.

En el año 899 ya aparece citado un conde en un territorio denominado Burgos, Gonzalo Fernández. Poco después parecen fundirse los destinos de Burgos y Castilla, ya que el mismo conde es citado como conde en Castilla en el año 912. A partir de entonces Burgos será la cabeza del condado de Castilla durante al menos 125 años, a través de cinco generaciones, hasta la desaparición del condado el año 1038 cuando su conde Fernando Sánchez se corone como rey de León.

Damos paso a las palabras del profesor Martínez Diez: “Este insignificante rincón de las montañas de Burgos fue la sede de un condado del reino astur, que de ese rincón tomó nombre, llamándose condado deCastilla, y que al extenderse fuera de las montañas y alcanzar el rio Duero, extendió también su nombre a todo ese territorio regido por los condes que el rey de Oviedo había puesto al frente del condado.  De este modo Castilla rebasó los estrechos límites de la primitiva comarca, la llamada Castella Vetula, y vino a cobijar bajo su denominación todos los territorios integrados dentro de la jurisdicción del condado de Castilla, cuyo conde gobernaba desde el mar Cantábrico, al norte, hasta las últimas tierras repobladas en el sur frente a los musulmanes en las estribaciones de los montes de Somosierra y desde el rio Pisuerga por el oeste hasta los límites del Condado de Álava en el este.

No consta que el condado de Castilla tuviera nunca por el norte otro límite que no fuera el mar Cantábrico. No se ha conservado noticia de otro condado distinto del de Castilla ni en el territorio de las Asturias de Santillana, ni en el de la Trasmiera, ni tan siquiera en las Encartaciones. Hacia el este el límite con el condado de Álava venia marcado por el rio Nervión hasta la peña de Orduña, luego seguía hacia los montes que separan el valle de Tobalina del de Valdegobia. Por el oeste venía marcado por la línea que unía el valle bajo del Deva con el alto Pisuerga, integrando la mayor parte de la actual provincia de Cantabria excepto Liébana. Hacia el sur el territorio estaba en continua progresión. Era este un condado cuya unidad no venía dada por la homogeneidad del territorio, muy variado, sino por la unidad de sus hombres, forjada en la empresa común de defender primero su solar de las acometidas musulmanas y de repoblar más tarde los enormes espacios vacíos que se ofrecían en el sur a las iniciativas de sus pioneros”

El condado de Castilla desaparecerá de la historia por dos hechos consecutivos: el primero, su partición entre los herederos de Sancho III el Mayor en 1035, y el segundo, la consecución por parte de su titular, Fernando I, de la corona leonesa en el año 1038.



Fuentes:

“Castilla en tiempos de Fernán González” Juan José García González (2008)

“El Condado de Castilla. La historia frente a la Leyenda” Gonzalo Martínez Diez (2005)

 “Génesis Histórica de la Provincia de Burgos y sus divisiones administrativas” Gonzalo Martínez Diez (1983)

lunes, 5 de noviembre de 2018

Las Bardulias, que ahora llamamos Castilla

 El  norte burgales bajo la niebla

Mencionábamos en un artículo anterior que, en referencia a una misma campaña musulmana que tuvo lugar en 792, el territorio atacado es denominado como "Al-Quila" por el cronista musulmán y como "Bardulias" por el cronista cristiano. Se entiende así mejor el texto de la crónica de Alfonso III, escrita en 884, pero referida la época del rey Alfonso I (739-757) en el que se dice que se repoblaron “ Asturias, Liébana, Trasmiera, Sopuerta, Carranza y las Bardulias, que ahora se llaman Castilla”. Es decir, en algún momento de ese siglo largo el territorio que nos ocupa, que englobaba sin duda todo el norte burgalés, pasó a denominarse Castilla para las fuentes regias.


En opinión de Martínez Diez, El nombre de Bardulias parece provenir de los várdulos, que llegaron a nuestra zona probablemente presionados desde su ubicación original debido a la presión de los belicosos Vascones. Dado que a finales del IX el escritor consideró necesario hacer dicha puntualización, muestra de que la voz Bardulias ya no era usada hacía tiempo, considera probable que el cambio “oficial” de Bardulias por Castilla tuviese lugar a lo largo de la primera mitad del siglo IX.

Juan José García González va más allá y cree que la voz “Bardulies” resultaba ya anacrónica mediado el siglo VIII. Los cronistas astures recurrieron a un etnónimo prerromano para designar un territorio que estaba a los efectos “desconectado” de la corte, tanto como para que en la misma no se diesen cuenta hasta mucho después de que este territorio se había dado en llamar Castilla. Esto significaba que los locales y los árabes ya la denominaban así al menos desde los inicios del siglo IX, mientras los asturianos evocaban una circunscripción que ya había desaparecido y hacia la cual en realidad mostraban indiferencia. 

Rodrigo, el primer conde de Castilla

Durante la primera mitad del siglo IX las menciones a Castilla se refieren a su carácter de demarcación territorial. El primer conde vinculado a esta área es Rodrigo, que surge para la documentación en 860. La narración árabe de la campaña de la Morcuera (865) le denomina como “señor de Al-Quila”. Es probable que la sede del condado estuviese en Tedeja.

Trayectos de la campaña de La Morcuera según distintos historiadores (Ilustración del Libro Las Batallas de Las Merindades, de  Aitor Lizarazu)

No sabemos mucho acerca de este personaje, aunque a juzgar por las misiones repobladoras y militares que le fueron confiadas, probablemente era alguien muy próximo a la familia real. Creemos que la figura de Rodrigo está vinculada al proceso mediante el cual la corte toma mayor control en la gestión de este territorio de la primitiva Castilla. El caso es que es durante su periodo de gobierno cuando el territorio de Castilla se extiende hasta la costa cantábrica, adscripción que tendrá prolongación, bajo diversos formatos, hasta la Edad Moderna.

Rodrigo fallece el año 873. A partir de entonces su sucesor Diego Rodríguez repuebla Castrojeriz (882), Ubierna y Burgos (884) Cardeña (899) etc.. En la llamada Crónica Albeldense, escrita en los momentos cuyos sucesos narra, se hace referencia a una campaña musulmana de 882 rechazada en Cellorigo por el conde de Álava, alcanzando las fronteras de Castilla “in extremis Castelle”, Pancorbo, cuyo castillo se atacó durante tres días. Es Diego Rodríguez el que rechaza la ofensiva.
Recreación castillo de Santa Marta (Pancorbo) Foto: Zález.
Fuentes:
"Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“Castilla en tiempos de Fernán González” Juan José García González (2008) 
“El Condado de Castilla. La historia frente a la Leyenda” Gonzalo Martínez Diez (2005)
“Las merindades de Castilla la vieja en la historia”. VVAA. (2007)