Vemos como ya desde principios
del siglo X el ámbito territorial de Castilla se extiende rápidamente hacia el
sur y hacia el norte, pero los habitantes de las montañas de Burgos no quieren
renunciar a un nombre con el que se sienten identificados, que tantos esfuerzos
y sacrificios ha llevado aparejado. Nace así el concepto de “Castella Vetula”, la
antigua, la auténtica. Usado quizá desde décadas antes, las primeras citas
documentales referida a “Castella Vetula” se remontan a finales del siglo X, y
con variaciones más o menos importantes puede rastrearse su continuidad incluso
hasta nuestros días en docenas y docenas de registros.
Instituto Castella Vetula de Medina de Pomar. iescastellavetula.centros.educa.jcyl.es. |
Habla de nuevo el profesor
Martínez Diez: “Cuando a finales del siglo IX y principios del X los hombres de
ese pequeño rincón salieron de las montañas y avanzaron hasta el Duero,
aquellas primitivas tierras ya no se llamaron Castilla a secas, sino que fueron
designadas como “Castella Vetula”, o sea, Castilla Vieja. Esta es la primitiva
Castilla, aquella protegida por un puerto bien cerrado, tierras que en el
siglo XIII designaba el poeta, autor del Poema de Fernán González, con el
nombre de Castilla la Vieja, y que el mismo poeta describirá como una comarca
bien cerrada y guardada:
Era Castilla la Vieja
Un puerto bien cerrado
Non había entrada más
De un solo forado.”
Pero, ¿Qué territorio comprendía esa
“Castella Vetula”? Todo hace pensar que si no todas las Merindades actuales, sí
la mayor parte. En un documento de 999 se citan los territorios de Castilla
Vieja, Bezana y Santa Gadea. Más clara queda esta demarcación en el periodo de
dominación navarro (1028-1054): en el correspondiente reparto de territorios
entre Fernando I y su hermano García, en lo que corresponde a las actuales
Merindades el territorio del navarro llega hasta la tenencia de Arreba.
Así puede verse en la carta de
arras dada en 1040 a doña Estefania por su marido, García el de Nájera, en
donde se citan las jurisdicciones a través de las cuales gobernaba en
Castilla-Vieja: Tedeja, Petralata, Arreba, Castro, Duarte, Mena y Tudela.
Durante este periodo, en varios documentos oficiales encontramos rúbricas del
tipo “reinante el rey don Fernando en León e en Castella, e su hermano don
Garzia en Nagera e en Castilla Uieja”. Es decir, queda claro que Castilla Vieja
ha alcanzado el estatus de supraterritorio que comprende a la mayor parte de
las actuales Merindades. No en vano, en 1037 se cita a un obispo ejerciendo en
Castilla la Vieja “Episcopus Dato in Castella Vetula”.
Tedeja |
Queda fuera de este marco
territorial, por tanto, exclusivamente la zona correspondiente a los alfoces de
Bricia y Santa Gadea. Es consistente la atribución de esa parte del Condado de
Castilla a Fernando; puesto que la documentación así parece indicarlo “
–regnante in Pampilona et in Alava et in Castella Uetula et usque in Burgis et
in Bricia obtinente Cutelium con suis terminis in Asturiis.” (reinante en
Pamplona y en Álava y en Castilla Vieja, y hasta Burgos y Bricia)
Quizás provenga de esta época la
dinámica histórica un tanto diferenciada de los territorios más occidentales de
merindades, aunque ello no signifique que fueran menos castellanos ni desde
luego más “cántabros” (significase eso lo que significase entrados ya en el
segundo milenio). Hablaremos del tema, no obstante.
Fuentes:
“Documentación del Monasterio de
San Salvador de Oña” Isabel Oceja Gonzalo (1983)
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen
Arribas Magro (2016)
“El Condado de Castilla. La historia frente a la Leyenda”
Gonzalo Martínez Diez (2005)
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