martes, 2 de julio de 2019

Un instrumento olvidado: la gaita de Bota o de Saco

En la imagen, fotografía del músico conocido como "El tío Frescas" tomada en la localidad riojana de Ventrosa de la Sierra hacia 1920. Fuente
https://chemaroson.weebly.com/blog/la-gaita-de-bota-en-el-contexto-de-las-cornamusas-europeas-occidentales; artículo muy interesante en los que os podréis informar más acerca de este instrumento.

En la línea de lo que comentábamos en su momento en relación al rabel, en nuestra región vecina, en el afán por resaltar la diferencia e ignorar todo lo que tenga que ver con una supuesta “aculturación” castellana, se patrimonializa el rabel, se arrincona a la dulzaina y se ensalza la gaita; como buen estándar de la “absoluta singularidad” del noroeste hispano.

El caso es que una vez más se demuestra que la esencia de esta singularidad tiene que ver fundamentalmente con una orografía y ubicación geográfica que ha dificultado la pérdida de costumbres ancestrales, y que además estas circunstancias son relativamente recientes en términos etnográficos.

Resulta que Federico Olmeda, en su libro “Folklore de Burgos”, editado en el año 1903, hace referencia a una gaita común u ordinaria, la “gaita zamorana” lo que hoy se denomina dulzaina, y a otra gaita “de uso inmemorial en toda Castilla”, aunque en trance de desaparición, a la que él llama “gaita gallega”. En otro pasaje describe esta gaita gallega dejando claro al instrumento al que se refiere.

“ellas tienen dos tubos, uno el que propiamente puede llamarse gaita, porque es el que canta, y el otro que no produce más que un sonido grave y que, siendo la tónica, puede considerarse como nota tendida o de pedal y a la vez como desahogo del aire sobrante, que el gaitero, de soplo en soplo, va introduciendo en el depósito.[..] La gaita gallega produce unos sonidos suaves y pastosos; es muy popular: a esto hay que añadir que los gaiteros la tocan muy cómodamente, pues por su construcción no necesita el soplo violento, permanente y continuo de la zamorana. “.

Todo parece indicar el instrumento que describe Olmeda es el mismo que se ha dado en llamar gaita de saco o de bota, y cuyo perdido uso ha sido recogido por etnógrafos riojanos en diversas zonas serranas de aquella provincia. De hecho ha sido su trabajo, especialmente el de Javier Asensio, el que ha permitido recuperar el instrumento.



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