miércoles, 25 de julio de 2018

Indicios tempranos de cristianismo en Merindades

Lápida de Villaventín. Museo de Burgos. 
Tradicionalmente se ha aludido a la cristianización tardía de determinados territorios, entre ellos el norte de Burgos, como una de las pruebas de que dicha zona fue escasamente romanizada y que sus pobladores conservaron un cierto grado de autonomía que les permitiría reorganizarse en el momento en el que el imperio empezó a debilitarse.

Se podría atestiguar un caso de cristianismo aislado de la época romana en la estela funeraria de Villaventín, del s. IV. En ella, sobre una inscripción típicamente romana (D. M. LUCRETIA COIUGI PIENTISSIME), hay un tosco relieve en el que están representadas tres personas de pie, cada una de las cuales está enmarcada por pilastras, capiteles y arquitos de medio punto. La estela carece de cualquier signo cristiano pero Abásolo, Andrés Ordax y B. Castillo tienden a interpretar la escena como una esquemática representación del episodio bíblico de Susana y los ancianos. Se trataría, pues, de una decoración de carácter cristiano –el tema aparece ya en catacumbas romanas del s. II–, coexistente con una fórmula pagana (Diis Manibus).

En 1973, Guerra Gómez, apunta a otro rastro temprano de cristianismo aludiendo a una lápida funeraria, bastante plana, con forma de cabeza humana, hallada en el Vado, barrio de Medina de Pomar. A juzgar por el pez, la letra alfa y la omega diseñadas en ella, se trataría de una lápida paleocristiana de los s. V-VI. Lamentablemente esta lápida se encuentra perdida actualmente.

Fuente:
“Las Merindades de Burgos. (300 ac-1560)”. Maria del Carmen Arribas Magro (2016)

jueves, 12 de julio de 2018

En ocasiones veo hexápétalas



Los símbolos denominados hexafolias, hexapétalas o rosáceas son elementos bastante comunes en la ornamentación de las estelas de época romana. A su extensión ha contribuido sin duda la relativa facilidad de su trazado a partir del dibujo de circunferencias consecutivas.

Tablilla de Juego encontrada en el yacimiento de la Legio IV Macedónica en Herrera de Pisuerga


Si las traemos a colación aquí es sobre todo porque ciertas personas tienden a vincular su origen al entorno del área cantábrica prerromano. En relación a esto basta darse una vuelta por el museo de Burgos para comprobar la abundancia de estos símbolos en las estelas encontradas en el área de Lara de los Infantes y en general en toda el área celtibérica con lo que la afirmación anterior queda a nuestro entender descartada.

Estelas romanas de la zona de Lara de los Infantes. Museo de Burgos.


De hecho, la circunstancia de que buena parte ejemplos encontrados puedan datarse con posterioridad a la conquista, y la abundancia de estos símbolos en el área del mediterráneo ha animado a los investigadores M. Beltrán y Paz Peralta a proponer que la rosácea hexapétala sería en origen un símbolo militar de cronología muy antigua y extendida por el Mediterráneo. Habría llegado a la península de manos de las legiones, pues aparece en contextos similares del limes renano-danubiano. Su uso original no se daría de modo especial en lápidas funerarias, sino que la representación en otro tipo de soportes influiría en el uso de la simbología funeraria. 

Entrada a una casa de Turzo


El aspecto vegetal de este motivo es solo aparente ya que habría que interpretarlo como una alegoría de la luz de los astros, principalmente el sol. Esta roseta ya existía como símbolo en la Edad del Bronce, cuando en todo el continente europeo proliferaron los cultos solares. Se cree que, al igual que los trísqueles, tetrasqueles,… y esvásticas son símbolos utilizados como amuleto benefactor o protector.

Dintel de una casa de Quintanilla de la Mata fechado en 1762. Obsérvese el "lauburu" patrimonializado por el País Vasco

Lo cierto es que ya en época moderna, estos símbolos aparecen con cierta profusión en los elementos constructivos de determinadas áreas del norte burgalés, en especial en el Valle de Sedano, Zamanzas y Manzanedo. La abundancia de esta simbología y el hecho de que coincida con la existente en estelas romanas, facilita la construcción mental de una teoría “plausible”: Se trata de elementos origen prerromano “celta” y los habitantes de estas zonas tan aisladas los han sabido mantener a lo largo de los siglos como seña de identidad.
 
Dintel de una casa de Solarana

Respecto a su origen prerromano hablábamos anteriormente pero, además, ni tan siquiera el uso de este símbolo en elementos constructivos es exclusivo del noroeste de Merindades, puede encontrarse por ejemplo en la zona de Caderechas y en el valle del Arlanza Medio (zonas estas con registros arqueológicos de época romana) y también en otras áreas peninsulares. 

Bandera oficial recientemente creada en el Ayuntamiento de Valle de Zamanzas.

Ya indicábamos que los romanos asociaban este símbolo con un aspecto protector. Con el tiempo, estos modelos, al igual que otros, serían asumidos como propios por el elemento indígena, y empezarían a aparecer por tanto grabados en diversos elementos constructivos, en especial en los vanos de los edificios que son los que se asociaban tradicionalmente con el riesgo de entrada de males inmateriales en las casas.



En opinión de Jesús Borro Fernández, estos símbolos que en ocasiones se combinan con cruces sobre fondos circulares, esvásticas… acabarían siendo trasladados a las creencias cristianas mediante un proceso de sincretismo, de modo que la hexapétala vendría a ser un símbolo simplificado de la Virgen María. Al respecto, llama la atención que en el Monasterio de Villamayor de los Montes exista una hexapétala inscrita sobre el báculo de una antigua abadesa.



Si consideramos la presencia del símbolo de las hexapétalas en estelas protohistóricas y la aparición del mismo símbolo en construcciones relativamente recientes, tenemos una combinación perfecta para determinados enfoques de marketing “étnico”. Y así lo vemos en algunos casos como los que presentamos.

martes, 3 de julio de 2018

Lápidas romanas con referencias a deidades prerromanas en la Provincia de Burgos


En algunos textos se vinculan las referencias epigráficas a deidades prerromanas en inscripciones datadas en periodo romano, como un signo evidente de la resistencia a la romanización de los pueblos cántabros. Un caso emblemático fue el del famoso ara dedicada al dios Erudino, encontrado en el monte Dobra de Torrelavega, que originalmente fue datado en el año 399 dC (lo que apuntaba a una pervivencia muy tardía de estas creencias) y que posteriormente fue reasignado al año 161 dC, para decepción de ciertos colectivos.
Réplica Ara al dios Erundino (foto AFIvuncok)
Lo cierto es que más allá de informaciones e interpretaciones interesadas, este tipo de inscripciones también fueron encontradas en lugares del centro y sur de nuestra provincia, áreas sobre las que se supone una romanización más intensa. Entre otros ejemplos podemos citar los casos del Dios "Aeiodacino", que aparece citado en una estela de Hontangas, "Monitucianae" en Salas de los Infantes o "Tenderiterae" en Hontoria de la Cantera y Covarrubias.

Un caso especialmente llamativo es el de la Diosa "Epona", a la que únicamente se hace mención en tres estelas españolas: Las encontradas en Montes Bernorio (Palencia), Lara de los Infantes y Sigüenza (Guadalajara). Epona o Épona era la diosa celta de los caballos, de la fertilidad y de la naturaleza, asociada con el agua, la curación y la muerte.

Ara de Lara de los Infantes dedicada a la diosa Epona (museo de Burgos)

Fuente:
“Historia de Burgos” VVAA. Edad Antigua (1985)