martes, 18 de diciembre de 2018

Los alfoces y valles del noroeste de Burgos durante la Edad Media

Imagen otoñal del valle de Valdebezana, con el hayedo de Carrales en primer plano.

Es verdad que los alfoces y valles del noroeste (Santa Gadea, Bricia, Valdebezana, Arreba, Zamanzas y Manzanedo, aunque no todos en igual medida) no han tenido una vinculación histórica tan evidente con Castilla y con Burgos como el resto de las Merindades. Sin embargo, queremos hacer dos puntualizaciones al respecto.

La primera, que esta escasez (que no ausencia) de registros que demuestren esa vinculación no viene aparejada de una vinculación a otro “supraterritorio” que de alguna manera se pudiera relacionar con lo que luego se conocería como Cantabria. Más bien se puede decir que estos alfoces y valles quedaron durante muchas épocas en una especie de “limbo” administrativo. 

La segunda, que si desde fechas modernas estos lugares se sienten vinculados al resto de Merindades, esto trae aparejada su vinculación con Burgos y, por extensión, con Castilla, ya que la una cosa no se puede entender sin la otra. En todo caso, ahondaremos sobre estos temas en este y en próximo artículos.
En primer lugar queremos hacer notar el importante número de propiedades en esta zona que el conde Sancho García, en 1011, pone en manos de su hija Tigridia en la refundación del monasterio de Oña: se trata nada menos que de los lugares de Arija, Quintanilla de Santa Gadea, Santa Gadea, San Pedro de Celada, Arnedo, Villamediana de San Román, El Cuerno, Cilleruelo de Bezana, San Vicente de Villamezán, Villanueva de Carrales y Torres. Ya pusimos de relieve en un artículo anterior  el efecto centralizador que tenían estos grandes centros monacales sobre los lugares que quedaban bajo su jurisdicción.

Creemos que un primer paso hacia una dinámica histórica diferenciada en estos territorios tuvo lugar no muchos años más tarde, en el momento de la división del antiguo condado de Castilla entre los hijos de Sancho III el Mayor. Al contrario de lo que ocurrió en el resto del tercio norte de Burgos, los espacios ubicados al oeste del alfoz de Arreba quedaron bajo el control de Fernando I. Aunque esta situación se prolongó sólo durante unas pocas décadas, debió tener cierta influencia sobre el hecho de que fuesen aproximadamente estos mismos territorios los que se integrasen en la Merindad de Aguilar, en lugar de la Merindad de Castilla la Vieja como ocurrió con sus vecinos orientales.

Pero el momento clave parece producirse algo después. Tal y como indica la Doctora Arribas Magro, las jurisdicciones que en la Plena Edad Media se integraron en la Merindad de Aguilar fueron, enseguida, donadas al estado nobiliario, pasando a formar parte de la jurisdicción señorial de Don Tello, hijo de Alfonso XI, que heredarán los Manrique a través de don Juan Téllez, y de su hija Aldonza casada con un Manrique. Ello hará que la mayor parte de las mismas se vean sujetas durante los siglos venideros al férreo control señorial, impidiendo (o dificultando sobremanera) que tuvieran una trayectoria histórica equivalente a las de los vecinos territorios de las Merindades.

Repetimos, se integraron en la Merindad de Aguilar, no en la de Asturias de Santillana, en cuyo caso quizás, sólo quizás, se podría haber hablado de una vinculación hacia la vertiente Cantábrica. En todo caso, tanto una como otra estuvieron integradas en la Merindad Mayor de Castilla, con capital en Burgos.
Merindades de la Merindad Mayor de Castilla. Falta la
Merindad de Logroño. Fuente: Gonzalo Martínez Díez:
Libro Becerro de las Behetrías (Imagen y subtexto tomada de areapatriniani.blogspot.com)

Fuentes: 
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“Los alfoces de Arreba, de Bricia y de Santa Gadea. Los valles de Bezana y Zamanzas”. Mª del Carmen Arribas Magro (2017) 

jueves, 13 de diciembre de 2018

El carácter estructurador de las vias hacia el Mar

Santander a finales del siglo XVI según un grabado de Joris Hoefnagel. En esta imagen, la más antigua que se conserva de la localidad, se comprueba que por entonces Santander seguía siendo una pequeña villa marinera. Fuente: Instituto Geográfico Nacional

Alfonso VIII, en paralelo a la estructuración del reino en Merindades mayores, fundó cinco vías marineras en el litoral de la actual Cantabria: Castro Urdiales, Santander, Laredo, San Vicente de la Barquera y San Martín de la Arena (vinculada a Santillana del Mar). Estas fundaciones, junto con la creación de pueblas en Frías y Medina, y la integración de todas estas unidades dentro de la Merindad Mayor de Castilla (con capital en Burgos) impulsaron el tráfico de mercancías entre los puertos del norte y el resto de Castilla; así como una integración más efectiva de la costa con la meseta. La ciudad de Burgos adquirirá, desde el siglo XII, una prestancia indiscutida desde el Cantábrico hasta más allá del Duero.


Esta situación se prolongará a lo largo de los siglos posteriores, de modo que será el tráfico marítimo estimulado desde Burgos el que permita el desarrollo de las principales localidades costeras de la actual Cantabria. La concesión en 1494 del consulado del Mar a la ciudad de Burgos vendría a culminar el proceso del dominio del comercio por parte de Burgos. 
Irónicamente, será el paulatino éxito de este modelo comercial costero (principalmente el de la ciudad de Santander) la principal causa (y no otra) de que algunos siglos más tarde todo este sector adquiera suficiente entidad como para poder reclamar su separación de la provincia de Burgos. Pero esta es otra historia que contaremos en su momento. 
Por otro lado, las entidades religiosas jugaron un destacado papel político–fiscal en la integración de las villas costeras del norte marítimo en el conjunto articulado del obispado burgalés. La iglesia-catedral, primero, y los monasterios de San Juan, Las Huelgas y el Hospital del Rey posteriormente, recibieron de los reyes importantes atribuciones sobre Laredo, Castro Urdiales o Santander. 
Un ejemplo lo tenemos en los privilegios concedidos por Alfonso VIII a la iglesia catedral en 1182: “Yo, Alfonso, por la gracia de dios rey de Castilla y de Toledo, doy y concedo a Dios y a la iglesia burgalesa de Santa María los diezmos de todo el portazgo del puerto de Santander, de todas las mercancías que lleguen al citado puerto por tierra y por mar, y diezmo del portazgo de Castro Urdiales,
si por ventura algunos barcos descargaran en otros puertos del obispado de Burgos, la misma iglesia y su obispo y cabildo burgaleses reciban el diezmo del portazgo de todas las mercancías que arribasen a estos puertos, como si del puerto de Santander se tratara”.

Fuentes:
“Historia de Burgos”. VVAA. Diario 16 de Burgos. (1993) 
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“De la Montaña a Cantabria. La construcción de una Comunidad Autónoma”. Alfonso Moure Romanillo. Manuel Suárez Cortina. (1995)

lunes, 10 de diciembre de 2018

La creación de Las Merindades en el norte de Burgos

Durante el proceso de constitución de las Merindades Mayores, el territorio de las Siete Merindades y los valles se integró en la Merindad Mayor de Castilla Vieja y, por el contrario, los alfoces de Bricia, Santa Gadea y Bezana y parte de Valdeporres (Puentedey, Quintanabaldo y Brizuela) se integraron en la Merindad Mayor de Aguilar. Este hecho produjo una dinámica histórica diferenciada de los territorios que mencionamos en segundo lugar, y que comentaremos en artículos específicos.

Resulta importante resaltar el hecho de que la consideración jurídica que tuvieron la mayoría de los lugares de la Merindad de Castilla la Vieja (al menos en su vertiente burgalesa) fue la behetría, circunstancia que consideramos es prueba palpable del mantenimiento y existencia del arcaico derecho a elegir a sus propios jefes. En las Behetrías la jefatura no significaba ni propiedad, ni jurisdicción señorial, sino que se trataba de un poder que emanaba de los concejos y se delegaba en el “merino”, el pastor del grupo, como delegado del rey.


Fragmento de la primera página dedicada a la Merindad de Castilla Vieja en el libro Becerro de las Behetrías (siglo XIV)
Las Siete Merindades y el valle de Mena mantuvieron el señorío jurisdiccional regio pese a la imposición forzada de los Velasco de un “pseudo señorío”. Sin embargo, la población mantuvo viva la conciencia de que las merindades pertenecían a la jurisdicción regia. Tanto que las Merindades presentarán quejas, pleitos…y finalmente se levantarán en armas en 1520, para lograr que hacia mediados del siglo XVI el rey eliminase el nombramiento de merino mayor de la familia Velasco; sustituyéndolo por el cargo de corregidor. 
Por otro lado, cabe decir que el concepto territorial de merindades coexistirá con el sistema de alfoces durante un tiempo; e incluso este último no llegará a desaparecer del todo, transformándose en buena medida en los “partidos” posteriores. De hecho, la mayor parte de las jurisdicciones merineras permanecerán casi inmutables a lo largo del resto de la Edad Media llegando hasta nuestros días con muy ligeros cambios en su nomenclatura, si bien los lugares que componen algunas de ellas variarán en el siglo XVI. Así, en 1350 en la Merindad Mayor de Castilla ya figuraban como menores, y de realengo, las de Castilla-Vieja, Sotoscueva, Valdeporres, Valdivielso, Montija, Cuesta Urria y Losa.
En realidad, el proceso de integración de alfoces en Merindades Menores se produjo en todo el territorio de la provincia; por ejemplo la propia Merindad de Burgos con Rio Ubierna se forma como el resultado de la suma de cuatro alfoces: Burgos, Ubierna, Moradillo y Siero.

Fuentes: 
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016) 
“Historia de Burgos” VVAA. Caja de Ahorros Municipal de Burgos (1985)

La Merindad Mayor de Castilla y sus merindades Menores

Los orígenes de la Merindad Mayor de Castilla (a la que podemos considerar el segundo antecedente de la provincia de Burgos) remiten a los últimos decenios del siglo XI, pero no estará conformada hasta la segunda mitad del siglo XII. Es Alfonso VIII el que da el impulso definitivo al sistema de Merindades.

Burgos será cabeza de una de esas merindades; nada menos que la llamada Merindad Mayor de Castilla que se extendía por más de 30000 km2 entre el Cea y la frontera con el reino de Navarra, entre el Duero y el mar Cantábrico, comprendiendo en ella la totalidad de las provincias actuales de Cantabria y Palencia, así como la mayor parte de las de Burgos y Valladolid, y algunos territorios limítrofes de las hoy provincias de León, Soria, Álava, Logroño y Asturias. 


Adaptado del mapa de las Merindades Menores burgalesas, según E. González Diez.


En este periodo se contempla también la consolidación de 19 merindades menores puestas bajo la autoridad del Merino Mayor de Castilla. Aunque de sus atribuciones escapa la estrictamente judicial, estos delegados regios se alzan como los máximos responsables del orden público en sus circunscripciones. De esas 19 merindades menores, 11 se extendían total o parcialmente sobre tierras burgalesas, entre ellas, Castilla Vieja (que integraba todas las merindades salvo la parte más noroccidental), Burgos con Ubierna (que llegaba a todo el valle de Sedano) y Villadiego (que incorporaba todo el territorio de Las Loras). La división territorial en merindades, tanto mayores como menores, continuó plenamente vigente hasta el siglo XVI, y en algunos aspectos administrativos o judiciales será todavía utilizada en el siglo XVII y aún en el XVIII. 
Fuentes:
 “Historia de Burgos”. VVAA. Diario 16 de Burgos. (1993)
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016)
“Génesis Histórica de la Provincia de Burgos y sus divisiones administrativas” Gonzalo Martínez Diez (1983)

El Obispado de Burgos como centro vertebrador del territorio



A partir del año 1068 el nuevo obispado de Burgos integrará dentro de su diócesis los territorios de las antiguas sedes de Valpuesta y Oca, así como la parte del obispado de Oviedo correspondiente a la Asturias de Santillana. Este ente con capitalidad en la ciudad del Arlanzón, inalterado durante un periodo de siete siglos, se convertirá en una de las principales fuentes de homogeneización del territorio. 
Así podemos leerlo en el texto de la “Historia de Burgos” editado por el desaparecido Diario 16: “La institución que mejor supo expresar y potenciar la asimilación horizontal de un auténtico “territorio burgalés” fue el obispado. Por encima de cualquier otra instancia política surge con fuerza, desde mediados del siglo XI, la figura del obispo, cuya ubicación en la ciudad de Burgos en 1075 trasluce la fusión de dos territorios norteños de trayectorias paralelas: el de los valles orientales, a través de las sede Valpuesta-Oca y el de los occidentales, con las sedes Amaya-Sasamón-Muñó.
La erección de la sede episcopal en la ciudad de Burgos simboliza, pues, la convergencia de dos historias paralelas y sienta las bases de los que a partir de ahora, podemos comenzar a llamar con relativa propiedad región burgalesa. Esta urbe se convierte en centro vital de un amplio territorio que en el concilio de Burgos de 1136 queda limitado por unas líneas que corresponden al territorio de las actuales provincias de Cantabria y Burgos, ampliado en buena medida en todas las direcciones. 
Todo este territorio queda integrado orgánicamente en una red de circulación de corrientes espirituales y materiales que se plasman en la constitución de abadías, arcedianatos y parroquias. El obispado supera a la mera noción de vecindad de espacios inconexos, como los que conformaban el condado de Castilla. Estamos en definitiva, como reconoce Ortega Valcárcel, ante un auténtica región burgalesa medieval.”
Por la parte norte la diócesis burgalesa se extendía por el Cantábrico desde Portugalete hasta el río Deva. Este segundo límite, que lo separaba del obispado de Oviedo, quedaba ya determinado en un documento de Sancho II de 1068 y en una bula de Urbano II de 1099. Desde la zona de Liébana venía a buscar la zona de Mave y el río Pisuerga, integrando ampliamente el territorio correspondiente a la actual provincia de Burgos.

Fuentes:
“Historia de Burgos”. VVAA. Diario 16 de Burgos. (1993) 
“Historia de Burgos” VVAA. Caja de Ahorros Municipal de Burgos (1985)