Los orígenes de la Merindad Mayor
de Castilla (a la que podemos considerar el segundo antecedente de la provincia
de Burgos) remiten a los últimos decenios del siglo XI, pero no estará
conformada hasta la segunda mitad del siglo XII. Es Alfonso VIII el que da el
impulso definitivo al sistema de Merindades.
Burgos será cabeza de una de esas
merindades; nada menos que la llamada Merindad Mayor de Castilla que se
extendía por más de 30000 km2 entre el Cea y la frontera con el reino de
Navarra, entre el Duero y el mar Cantábrico, comprendiendo en ella la totalidad
de las provincias actuales de Cantabria y Palencia, así como la mayor parte de
las de Burgos y Valladolid, y algunos territorios limítrofes de las hoy
provincias de León, Soria, Álava, Logroño y Asturias.
En este periodo se contempla
también la consolidación de 19 merindades menores puestas bajo la autoridad del
Merino Mayor de Castilla. Aunque de sus atribuciones escapa la estrictamente
judicial, estos delegados regios se alzan como los máximos responsables del
orden público en sus circunscripciones. De esas 19 merindades menores, 11 se
extendían total o parcialmente sobre tierras burgalesas, entre ellas, Castilla
Vieja (que integraba todas las merindades salvo la parte más noroccidental),
Burgos con Ubierna (que llegaba a todo el valle de Sedano) y Villadiego (que
incorporaba todo el territorio de Las Loras). La división territorial en merindades,
tanto mayores como menores, continuó plenamente vigente hasta el siglo XVI, y
en algunos aspectos administrativos o judiciales será todavía utilizada en el
siglo XVII y aún en el XVIII.
Adaptado del mapa de las Merindades Menores burgalesas, según E. González Diez.
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Fuentes:
“Historia de Burgos”.
VVAA. Diario 16 de Burgos. (1993) “Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016)
“Génesis Histórica de la Provincia de Burgos y sus divisiones administrativas” Gonzalo Martínez Diez (1983)
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