lunes, 28 de enero de 2019

El corregimiento de Siete Merindades de Castilla

Archivo Histórico de las Merindades, en Villarcayo, que alberga entre sus fondos el archivo del Corregimiento



Tanto la Junta de las Siete Merindades de Castilla como el corregimiento homónimo con el que estuvo asociada son pruebas inequívocas de la identificación castellana de este territorio (que abarcaba la parte central y geográficamente más importante de las Merindades) hasta la finalización del antiguo régimen y la aparición de las modernas provincias y Ayuntamientos.

No podemos precisar documentalmente la fecha exacta en que aparece el Corregidor al frente de las Merindades de Castilla Vieja. La primera noticia que tenemos de un oficial que realizara estas funciones en las Merindades de Castilla data de 1560 y quizás en realidad el cargo efectivo proviniera aproximadamente de dicha época, pues hasta entonces el poder de los Velasco no empezó a decaer. Incluso algunos autores retrasan hasta 1612 la implantación real de esta figura en la comarca.

En lo referente a las atribuciones jurisdiccionales, en lo civil y en lo penal eran jueces de primera instancia. Efectuaban su misión judicial en la Audiencia y Juzgado de las Siete Merindades, sito en Villarcayo. De sus sentencias conocían en apelación o alzada los regidores del lugar. El Corregidor convocaba la Junta General de las Merindades y sin este requisito y su presencia carecía de validez la Junta. Este condicionante cambió en 1607, cuando las Merindades ganaron ejecutoria en contrario. Los Corregidores carecían de voto, pero estaban facultados para deshacer con el suyo los desempates entre personas u opiniones encontradas.

El Corregidor contabilizaba y fiscalizaba las cuentas, rentas y gastos municipales inspeccionaba las pesas y medidas, ponía tasa y precio a los mantenimientos, cuidaba de las obras públicas, reparación de caminos y puentes, etc.
El Corregidor mantenía el orden público y velaba por la moralidad de sus distritos, persiguiendo y deteniendo a los malhechores y bandidos. Entre las funciones militares el Corregidor era también Capitán a Guerra en las Merindades de Castilla Vieja, en este sentido ordenaba las levas por orden del rey.

La historia del Corregimiento seguiría también a la de la Junta General de las Siete Merindades en el momento de su desaparición, hecho que tuvo lugar como apuntamos en el año 1835.

Fuentes:
"El Corregimiento de las Siete Merindades de Castilla-Vieja". Rafael Sánchez Domingo. 1994.
"Catálogo documental del Corregimiento de Villarcayo". Manuel López Rojo. 1983.

martes, 22 de enero de 2019

La Junta General de las Siete Merindades de Castilla la Vieja

Aledaños de la iglesia de Miñón; probable emplazamiento del Gran Moral en donde se realizaron las primeras reuniones de la Junta  General.

Desde el siglo XVI se conoce la existencia de varias Juntas Generales en el entorno del norte burgalés (En Vizcaya, Álava, Guipúzcoa, Cantabria, Asturias y Galicia) que agrupan el interés de determinados territorios. Se caracterizan por aparecer en territorios con fuerte concentración de lugares de realengo y con alto porcentaje de población hidalga, ya que ambos aspectos son los que explican en mayor medida su existencia: el primero, la defensa común ante la corona de sus intereses frente a la presión nobiliaria y, el segundo, el mantenimiento de sus privilegios como “nobleza llana” mediante la designación de los correspondientes procuradores.

Aun considerando estas circunstancias (que suelen obviarse en ciertos discursos mitificadores de estas instituciones), lo cierto es que las Juntas Generales constituyen el primer ejemplo de organización supramunicipal con carácter, siquiera parcialmente, democrático; basado en la elección directa de los representantes de cada una de las merindades o demarcaciones. Por otro lado, la existencia de una Junta General de las siete Merindades de Castilla Vieja es una muestra más del fuerte arraigo que tenía dicha identidad “Castilla Vieja” en la comarca; totalmente independiente de otras entidades similares que aparecieron al norte de la cordillera.

Aunque las actas de la Junta de las siete Merindades se remontan a 1556, ya hemos visto en un artículo anterior importantes indicios de que las mismas contaban con un cierto grado de organización al menos desde algunas décadas antes, durante la Guerra de las Comunidades. Por otro lado, en algunos textos generados por la entidad se hace referencia al carácter “inmemorial” de la misma; por lo que no es descabellado pensar que la Junta tuviera una antigüedad bastante mayor.

Quizás la formalización de la existencia de la Junta General de las Siete Merindades tenga bastante que ver con la estabilización del modelo de representación regia en los territorios, que en Castilla Vieja tendrá lugar primero a través del Alcalde Mayor y posteriormente a través del Corregidor. El corregidor de las siete Merindades era quien presidía las reuniones de la Junta General y se encargaba de dar traslado de las decisiones.

Las Siete Merindades a las que hace referencia la denominación son las siete clásicas: Merindad de Castilla Vieja, Merindad de Cuesta Urria, Merindad de Losa, Merindad de Montija, Merindad de Sotoscueva, Merindad de Valdeporres y Merindad de Valdivielso. En 1687 aparece en las juntas el valle de Manzanedo como agregado a la Merindad de Castilla la Vieja, aunque con anterioridad ya había participado en algunas reuniones. Por otra parte, La Junta de Puentedey era independiente de Valdeporres, pero siempre estuvo muy ligada a la misma. Empieza a participar en las juntas de forma directa desde el año 1747.

Las fases constitucionales y modernizadoras de principios del siglo XIX establecieron las bases para la sustitución de estas Juntas por los modernos municipios, proceso que vio su culminación a partir de 1835 con la aprobación del decreto para la organización en Ayuntamientos. No obstante, como no podía ser de otra forma, cada uno de estos Ayuntamientos se fundamentó en buena medida sobre los fundamentos históricos y territoriales previos, de manera que la mayoría de las demarcaciones de los nuevos Ayuntamientos vinieron a coincidir a rasgos generales con las de las Merindades previas, manteniéndose también de manera tácita y explícita la vinculación entre los mismos (a través principalmente de la constitución del partido Judicial de Villarcayo, fundamento de lo que hoy conocemos como Merindades de Burgos).

Fuente: "Las Merindades de Castilla Vieja y su junta general". Rafael Sánchez Domingo. 1994.

jueves, 17 de enero de 2019

El movimiento comunero en las Merindades de Castilla

Alcázar de Medina de Pomar

Con independencia de que su importancia haya sido quizá sobrevalorada y que hoy en día venga a simbolizar a un territorio con el que muchos encuentran dificultades en identificarse, lo cierto es que el levantamiento comunero fue en esencia un movimiento considerablemente digno dentro del margen de maniobra que permitía la época.

En estas circunstancias resulta especialmente llamativo que algunos, en su no siempre bien disimulado afán de desvincular al territorio de Merindades de todo lo que tenga que ver con Castilla y lo castellano, hayan llegado a afirmar que la zona se mostró totalmente indiferente a la rebelión comunera. Al contrario, la realidad es que, dentro de la actual provincia de Burgos, la comarca fue en donde más eco tuvieron las sublevaciones de carácter antiseñorial asociadas a dicho movimiento (en realidad hubo actividad incluso en la villa de Santander).

Cabe decir que aunque el movimiento comunero tuvo un carácter esencialmente urbano, en muchas áreas campesinas se vio secundado con las revueltas en las que sus habitantes se rebelaron contra el poder señorial De hecho, esta circunstancia contribuyó de forma decisiva al alineamiento de los nobles del bando realista.
Fue precisamente en zonas como las Merindades de Castilla, donde la jurisdicción era de realengo pero los nobles (en este caso el todopoderoso Condestable de los Velasco) ejercían de facto el control del territorio, donde mayor eco tuvieron estos levantamientos, porque sus habitantes eran conscientes de que el control señorial se ejercía de manera ilegal. Además no hay que olvidar que en Merindades había un porcentaje muy alto de hidalgos y se sentían orgullosos de su pasado histórico.

En esta situación, se tiene constancia de que los comuneros burgaleses en determinados momentos animaron a la zona a sumarse al movimiento. Sería en la segunda mitad de 1520 cuando los regidores locales deciden pasar finalmente a la acción: los funcionarios de los Velasco son sustituidos, los presos liberados, lo símbolos del poder señorial destruidos (como poner “horca y picota”) para demostrar el deseo de recuperar su autonomía judicial.

En una carta por esas fechas, los procuradores generales Juan Ruiz y Juan Lopez Rueda afirman con rotundidad que las Merindades siempre fueron de realengo y que luchan por sus libertades: “sólo el súbdito, el hombre sin dependencia señorial, puede servir plenamente a la corona”. La junta les comienza a apoyar nombrando para la zona a un Bachiller disidente como corregidor de las Merindades: Diego Ramírez de Guzmán. El nuevo regidor manifiesta: “en cosa donde les va quedar en aquella libertad que sus antepasados les dejaron o vivir lo que les queda de vida y dejar a sus sucesores en la servidumbre de los tiranos que estorban el servicio de sus Majestades”.

Un testimonio de un procurador de la Merindad de Montija en 1520 indica que “los vecinos de las Merindades de Cuesta Urria y Valdivielso fueron los que dijeron, levantaron y publicaron que habían hallado una epístola encima de un moral, que dicen que había caído del cielo, en la que dice que se contenía que las Comunidades, por tener justicia y razón…que habían de ser ayudadas y favorecidas de la mano de Dios contra los lobos robadores y otras muchas cosas en favor de las Comunidades y en contra de los tiranos caballeros, llamándolos lobos robadores y tiranos”.

En torno a la semana santa de 1521 el hijo del Duque de Najera se presenta en Medina de Pomar y la somete tras un asedio que duró unos diez días; movilizando un contingente de unos 5.000 hombres. Una vez rendida la localidad, los comuneros aún guardan una última esperanza: cuando el condestable se encamina a Tordesillas, ponen cerco a Medina esperando el posterior apoyo del Conde de Salvatierra (que había abrazado la causa comunera). Este es, sin embargo, derrotado en la batalla del puente de Durana y el cerco a Medina fracasa.

Caro pagarán los habitantes de las Merindades por su participación en el movimiento. Por el incendio de los arrabales de Medina se les exigió 1.800.000 maravedíes, los oficiales de la villa les reclamaron 20.000 ducados, el Condestable 3.000 etc…La mayoría de los cabecillas serán perdonados, excepto algunos como García de Arce, abad de Rueda.

Fuente: “Las Merindades de Castilla la Vieja en la Historia”. Ayuntamiento de Medina de Pomar. 2007.

La canción de la rethila de pueblos de Sedano


Pueblo de Turzo, uno de los citados en la canción, con el característico Cotorro al fondo. Obsérvese en la parte izquierda, en la lejanía, la dorsal rocosa que debe atravesar el Ebro entre Pesquera y Villanueva Rampalay



En el Valle de Sedano y zonas aledañas se conoce esta peculiar canción burlesca; de la cual sabemos existen unas cuantas variantes. Os animamos a que las compartáis con nosotros.


"En Quintanilla las guindas
En Escalada las habas
Fanfarrones los de Turzo (bis)
Que nunca salen con nada.


Gorgojos los de Orbaneja
Que se van a la Montaña
A bañar trigo blanquillo (bis)
Para ganar pa alpargatas

Bailarines los del valle
Que se comen las manzanas
Si bien se las comen crudas (bis)
Mejor las comen asadas

En Villanueva las ollas
En Arreba las manzanas
En Crespos los pericones (bis)
Y en Bricia son las malvadas

En Ahedo cabras moras
Pero la leche muy blanca
Cochinas las de Porquera (bis)
Que van al pozo a por agua.

Borrillejos los de Dobro
Ladrones los de Pesadas
Soperos los de Nocedo (bis)
Que no hacen más que sopadas.

Locos los de Cortiguera
Que no hacen más que locadas
Si no salen por la puerta (bis)
Se tiran por la ventana.

En Moradillo panucos
Sedano pajariteros
En Gredilla bubulillos (bis)
En Quintana chivarreros.

Ahora vamos a Pesquera
Donde está toda la gala
En el calzar y el vestir (bis)
Y en el lustre de la cara.

Son jugadores de bolos
Y tiradores de barra
Si no por la gaita fina (bis)
No tendrán mala fama."


Entidades territoriales en el tercio Norte Burgalés a la entrada de la Edad Moderna

Valle de Relloso, que junto con el de Tudela fue una de las entidades territoriales del área de Merindades. Hoy este último está incorporado al Valle de Mena.

Tal y como había venido ocurriendo durante la mayor parte de la Edad Media, la principal entidad territorial “conceptual” del tercio norte burgalés durante la Edad Moderna siguió siendo “Castilla Vieja”, aunque la misma había tenido y tendría diferentes formas de concretarse. Como ya apuntamos en un anterior artículo, los Velasco alargaron su dominación sobre la zona hasta bien entrado el siglo XVI, momento en el que la corona nombra un corregidor para esta demarcación.

El corregidor de las Siete Merindades de Castilla extendía su jurisdicción sobre estas añejas demarcaciones: Castilla Vieja, Losa, Montija, Sotoscueva, Valdeporres y Valdivielso. A las mismas se habían incorporado ya Valle de Manzanedo y el Alfoz de Arreba. La séptima Merindad, Cuesta Urria, acabó saliendo del ámbito de control del Corregidor, para ser su gestión compartida entre el monasterio de Oña y cuatro alcaldes ordinarios de la propia merindad, en el siglo XVIII. El corregimiento de Castilla la Vieja prolongará su existencia hasta bien entrado el siglo XIX.

Por otro lado, el “censo de los millones” de 1591 considera igualmente dentro de la provincia y partido de Burgos otras demarcaciones como La Onor de Sedano (comprendiendo aproximadamente los actuales términos municipales de Valle de Sedano, Tubilla del Agua y Sargentes de la Lora) o la Merindad de Cuesta Urria y Partido de Allende Jerea, (comprendiendo la merindad actual, así como los actuales municipios de Trespaderne y parte del Valle de Tobalina). El resto de demarcaciones son de menor tamaño, o incluso localidades individuales: Espinosa de los Monteros y sus barrios, Valles de Tudela y Relloso, Berberana, Valpuesta…

También dentro de la provincia de Burgos, aunque asociado al Partido de Trasmiera figuraba el Valle de Mena; mientras que en el partido de las Tierras del Condestable se consideraban las propiedades bajo control de los Velasco: Frías y parte del Valle de Tobalina, Medina de Pomar, San Zadornil…

De la actual provincia de Burgos faltaban cuatro jurisdicciones completas: Los alfoces de Bricia y Santa Gadea; el Valle de Valdebezana y Puendedey, aunque de estos casos nos ocuparemos en un artículo específico.

Fuentes:
“Génesis Histórica de la Provincia de Burgos y sus divisiones administrativas” Gonzalo Martínez Diez (1983)
“Historia de Burgos” VVAA. Caja de Ahorros Municipal de Burgos (1991)
“Las Merindades de Burgos. 300ac-1560.” Mª del Carmen Arribas Magro (2016)

Las canciones de Ronda

Imagen de la iglesia del pueblo de Arreba, uno de los citados

Las canciones de ronda eran un tipo de canciones especialmente destinadas a conseguir el favor de las mozas casaderas. Se cantaban en diversas ocasiones, por ejemplo en bodas, en San Juan y San Pedro, en el ciclo de Navidad, en las Marzas… 

Quizás una de las más conocidas sea la que se conoce como los “Sacramentos del Amor” o “Los Mandamientos del amor”, que más o menos era así….


"Los sacramentos de amor,
niña, te vengo a cantar
a la puerta de tu casa
si me quieres escuchar.

El primero es el bautismo,
ya sé que estas bautizada,
que te bautizó el cura
para ser buena cristiana.

etc..."

Con pequeñas variantes se extendía por un gran número de localidades de Burgos, por supuesto también en el norte. Sin ánimo de ser exhaustivos se encuentran registros de la misma en Herbosa, Contreras, Basconcillos del Tozo, Palazuelos de la Sierra, Santa Cruz del valle Urbión, Arreba o Virtus.

Fuente: Cancionero popular de Burgos. Diputación Provincial de Burgos. 2001–2006.

jueves, 10 de enero de 2019

Las canciones de aguinaldos



Imagen tomada de "https://www.lagacetadesalamanca.es/…/tradicion-…/155892.html

No descubrimos nada si decimos que una de las principales razones para la existencia de los Villancicos es halagar a los vecinos para que "soltaran" el regalo a los cantantes, generalmente niños. Queremos hacer mención aquí, no obstante, a un especial tipo de villancico que era entonado especialmente por mozos y mozas: las canciones de aguinaldos.

En los cantos de aguinaldo (o aguilando, forma antigua que todavía se conserva en algunos lugares), los cantantes aguzaban el ingenio, bien para halagar al vecino o amo al que se pedía, bien para echarle en cara su tacañería. Se cantaban en toda la provincia, tanto al norte como al sur.

Igualmente se comprueba que las letras presentaban frecuentes similitudes, como esa del tipo:

“con licencia del señor,
que habita en este palacio,
vamos a cantar los reyes,
ahora que estamos despacio.
Esta noche son los reyes,
la primer fiesta del año,
donde damas y galanes,
ya le piden aguinaldo.
Yo se lo vengo a pedir,
a este caballero Honrado”.

Recogida en Humada, pero con variantes muy similares en San Pedro de la Hoz, Rebolledo de la Torre, Grijalba, Zarzosa de Rio Pisuerga, Padilla de Arriba o Guadilla de Villamar.

Otros versos bastante frecuentes son similares a:

“alegría caballeros,
es la fiesta de los reyes,
con buenos principios de año,
que mañana son los reyes”.

Se reproduce con variantes en Turzo, Ayoluengo, Gallejones, Presencio, Las Hormazas, Iglesias, Arcos, Villaverde del Monte, Villamayor de los Montes, Torrecilla del Monte, Mahamud, Cañizar de Amaya, Villaquirán de los Infantes o Villafruela.

Por supuesto canciones y fiestas similares existían en toda la Península. ¿Recuerdas este tipo de fiestas y canciones?

Fuente: Cancionero Popular de Burgos. Diputación de Burgos.

LA PRIMERA PROVINCIA DE BURGOS

Extensión aproximada de la provincia de Burgos en el siglo XVI.

Las Merindades Mayores; así como los correspondientes cargos de merinos, fueron instituciones cuya importancia fue decayendo en el tránsito de los siglos XIV al XV, hasta acabar desapareciendo de forma paulatina. Sin duda el factor decisivo fue la absoluta preponderancia del elemento nobiliario durante esa época; ya que las grandes familias se hicieron con el control total o efectivo de amplias zonas de nuestro entorno.

Durante algunas décadas la Merindad Mayor de Castilla derivó en el Adelantamiento Mayor de Castilla, vinculado hereditariamente desde el reinado de Enrique IV al linaje de los Padilla. En todo caso en esos años ya se había desgajado de la autoridad del Adelantado Mayor una parte importante del norte de Burgos, la llamada Castilla Vieja, que era regida por el linaje de los Velasco, que también habían heredado el título de Merino Mayor de Castilla Vieja.

Con la recuperación por parte de la corona de parte del poder perdido, desde finales del siglo XV, se inicia una nueva época en la organización territorial. Cabe decir que el mapa administrativo empieza a ser complejo, con el solapamiento de diversas figuras con diferentes atribuciones sobre territorios no plenamente coincidentes; con lo que los análisis que aquí expondremos habrán de ser necesariamente parciales y simplificados.

En realidad, hasta el siglo XVI no existirán en la práctica organizaciones intermedias entre los concejos y la corona. Es en esa época cuando la recaudación de impuestos se centraliza en las 17 ciudades con asiento en las cortes de Castilla, una de ellas la de Burgos. A cada una de estas ciudades se le encomienda un territorio más o menos extenso, y ni mucho menos continuo, pues los criterios para su determinación no sólo fueron geográficos. A cada uno de estos territorios empezó a llamársele “provincia”.

Un ejemplo de la dispersión de algunas provincias lo tenemos en que a Valladolid le correspondiese la tierra de Sanabria. A la de Burgos pertenecían las también alejadas tierras de Villalpando. Y el caso extremo era el de la provincia de Toro, provincia nucleada en torno a tres villas: Toro, Becerril de Campos, y Reinosa.

La “provincia de Burgos” aparece denominada con ese mismo nombre desde los primeros años del siglo XVI. Se dividía en tres partidos (también llamados Provincias en algunas referencias): el de Trasmiera, el de Burgos y el de las tierras del condestable de Castilla. Observamos en ello una nueva señal de una diferente articulación a ambos lados de la cordillera (Burgos y Trasmiera). Territorialmente esta provincia abarcaba la práctica totalidad de las actuales provincias de Burgos y Cantabria; salvo el enclave de Tresviso y algunas áreas al sur del Duero; además de buena parte de la actual Rioja y algunos fragmentos de Soria y Asturias.. Conocemos estos detalles por un censo realizado en 1591, conocido como “censo de los millones”.

Tras la paulatina desaparición de las Merindades Menores y sus correspondientes cargos de merinos, y la efímera existencia de los Adelantamientos, las principales agrupaciones dentro de las provincias pasarán a ser los Corregimientos, aunque afectarán únicamente a las localidades de realengo. En el territorio de Burgos en los siglos XVI al XVIII van a intervenir hasta seis corregidores enviados respectivamente a Burgos, Aranda, Siete Merindades de Castilla, Laredo (que en realidad abarcaba las cuatro villas de la Costa), Santo Domingo de la Calzada y Logroño. El Corregidor era casi un delegado universal del rey, y omnipresente en el concejo y su término correspondiente.

Aun con las limitadas competencias atribuidas (repartimiento, ejecución y recaudación de los impuestos de servicios), y las deficiencias existentes, esta distribución en provincias es el primer intento de realizar una división territorial en el territorio de la Corona de Castilla.

Fuentes: “Historia de Burgos” VVAA. Caja de Ahorros Municipal de Burgos (1991)
“Génesis Histórica de la Provincia de Burgos y sus divisiones administrativas” Gonzalo Martínez Diez (1983)

Una reflexión sobre la identidad territorial de la actual Cantabria durante la Edad Media

Parte occidental de Cantabria vista desde el Mirador de Peña Cabarga. Fuente: "eltomavistasdesantander".

Quizás la principal conclusión que podemos extraer de los artículos de corte histórico que hemos publicado últimamente, referidos al periodo medieval, es que, salvo en el caso de periodos o áreas muy concretos y restringidos, los territorios situados a ambos lados de la cordillera Cantábrica burgalesa, o bien formaban parte de dos entes territoriales diferenciados o, si estaban incluidos en el mismo ente territorial, el mismo estaba integrado en una estructura mayor con capital en Burgos. Tal y como veremos en los próximos artículos, esto seguirá siendo así en Época Moderna.

Queremos aquí hacer aquí una pequeña reflexión sobre qué tipo de conciencia geográfica común podían tener los habitantes de territorios situados al norte de la cantábrica burgalesa durante la Edad Media. En realidad, en principio nos resulta algo un tanto distante e indiferente los métodos mediante los cuales nuestros vecinos del norte construyen su identidad regional o nacional. Sin embargo, dado que algunos de ellos, no nosotros, son los que ha decidido incluir en ese “edificio identitario” partes de nuestra provincia, no nos queda otro remedio que realizar algunas aportaciones que dejen claro que esta historia se puede contar de otra manera.

Nos limitaremos por el momento a recoger un pequeño fragmento del libro “De la Montaña a Cantabria. La construcción de una Comunidad Autónoma”, editado por la Universidad de Cantabria el año 1995.

“¿Una Cantabria medieval?¿Que Cantabria?¿El amplio territorio ocupado por los pueblos cántabros?¿La Cantabria que a duras penas intentó articularse en una economía colonial romana a través de sus “Portus” costeros, de las calzadas de comunicación entre la meseta y el litoral, de la ciudad de Julióbriga y de la colonia de Flavióbriga en territorio autrigón? ¿O la Cantabria visigoda, mucho más imprecisa y desconocida, probablemente un distrito ducal fronterizo, localizado entre Amaya y la Sierra de Cantabria en la Rioja?.

En principio no se puede hablar de una Cantabria medieval porque Cantabria no constituía una entidad política definida en esa época. El espacio de la actual Cantabria era, en realidad, un mosaico de entidades territoriales más o menos coherentes y de distinta magnitud. Sería por ello, más apropiado referirse a Asturias, Liébana, Trasmiera, Campoo…como las distintas entidades comarcales reconocidas entonces, y que en la actualidad forman parte de Cantabria”.