martes, 26 de junio de 2018

Enjambres

Hacia el final de la primavera, cuando las colonias de abejas están fuertes y no queda espacio para continuar con la reproducción y el acopio de alimentos, tiende a dividirse por un proceso natural al que se denomina enjambre. Una parte de la colonia acompaña a la reina vieja para posarse en una rama de un árbol próximo, unas rocas... hasta que las abejas exploradoras encuentran un lugar donde seguir con el desarrollo de la colonia.

En el pasado era posible encontrar algún enjambre que había ocupado algún roble viejo pero en la actualidad y debido a enfermedades como la varroa es más improbable que sobrevivan en la naturaleza sin el cuidado de un apicultor. 

Tradicionalmente, los apicultores de nuestra zona recogían esos enjambres con un cesto que colgaba de un palo en un extremo mientras desde la parte inferior se empujaba al enjambre con un aparato denominado "humión" que tiraba humo a partir de excrementos secos de vaca y que atontaba a las abejas y las introducía dentro de dicho cesto. el proceso concluía depositando el enjambre dentro de un nuevo dujo o, en la actualidad, colmena.
Fotos: Javier Pineda Hernando


La noche de San Juan


La tradición de la fiesta de la noche de San Juan se remonta a los ritos pre-cristianos en los que la unión con la naturaleza eran la nota dominante. En realidad la festividad era coincidente con la llegada del solsticio de verano al hemiferio norte y la ceremonia principal de esta celebración consistía en prender una hoguera con objeto de "dar más fuerza al sol", pues a partir del solsticio de verano se iba a ir haciendo más débil (se acortan los días), aunque también tenía importancia la capacidad "purificadora" de las llamas.
También en el ámbito del origen pagano, existe otro antecedente que es la celebración celta de Beltaine ("bello fuego"), que era una festival anual en honor al dios Belenos, en el que se hacía pasar al ganado entre las llamas para purificarlo.
Más adelante la festividad se cristianizaría en honor a San Juan Bautista, celebrando así su nacimiento. Aunque el solsticio de verano se produce en realidad la noche del 21 al 22 de junio lo cierto es que por influencia cristiana se llegaron a unir ambas festividades, la efeméride de San Juan y las tradiciones propias del solsticio dando lugar lo que se conoce como la noche de San Juan. Según la Biblia, Zacarías, padre de San Juan, no creía que su mujer estuviera embarazada y cuando dio a luz encendió hogueras para anunciar el nacimiento de su hijo.
Sobre esto último podríamos sospechar de donde viene el mito o la leyenda por la cual los templarios creían o afirmaban que el verdadero Mesías era San Juan Bautista, primo carnal de Jesucristo según la Biblia.
Si bien esta fiesta se celebra en innumerables localidades de toda España, en Castilla es en la provincia de Soria ( ya sabes el dicho: " de Soria ni el aire ni la novia..." ) donde más se aplican en ello, especialmente en el pueblo de San Pedro Manrique, donde los varones pasan descalzos sobre un camino de ascuas llevando a cuestas a algún temerario voluntario, o en la misma ciudad de Soria cuyas fiestas de San Juan tienen gran renombre y tradición.
En esta capital el próximo miércoles tendrá lugar el pregón que anuncia el inicio de las fiestas. Después vendrán el jueves de sacas y el viernes de toros, para después celebrar el sábado agés, el domingo de calderas, el lunes de bailas y, fin de la fiesta, el martes de escuela...
Y si tienes la suerte de pasar estos días por Soria no olvides comerte unos torreznos, darte un paseo nocturno por el centro de la ciudad y recordar estos versos:
" ¡ Soria fría ! la campana
de la Audiencia da la una.
Soria, ciudad castellana
¡ tan bella ! bajo la luna. "
( Antonio Machado )
Foto del blog de ElLioDeAbi



lunes, 25 de junio de 2018

Los efectos de las guerras cántabras en el norte de Burgos


Castro del Cerro de la Maza. A la derecha, Cidad de Valdeporres

El historiador Dión Casio, contemporáneo del periodo de las guerras cántabras, dejó escrito lo siguiente:

En el año 19, Agripa se trasladó a Iberia, en donde los cántabros, prisioneros de guerra, después de matar a sus dueños y volver a sus casas, tomaron posiciones en las que fortificaron y se disponían a asaltar las guarniciones de los romanos. Después de perder bastantes soldados y de castigar a otros, Agripa mató a todos los enemigos en edad militar y quitó las armas a los restantes obligándoles también a bajar de las alturas a la llanura”.

Resulta llamativo que algunos de los que tienden a creer a pies juntillas los relatos mitificados sobre los cántabros y su resistencia a Roma, descarten sin más este pasaje tachándolo de absolutamente exagerado. Nosotros también pensamos que es una exageración, pero también creemos que una frase tan lapidaria no puede ser rechazada a la ligera, y que efectivamente tras atajar la última de las sucesivas oleadas de rebelión de los cántabros, el imperio, a través del general Agripa, decidió cercenar de forma contundente y ejemplarizante la más mínima posibilidad de un nuevo levantamiento.

Y sin duda esto tuvo un gran efecto desestructurador sobre las poblaciones rebeldes. Lo cierto es que la mayoría de los castros de la zona dejaron de habitarse justo en este periodo, y el resto casi en su totalidad fueron romanizados. Por otro lado, la doctora Arribas Magro apunta a varios posibles ejemplos en el territorio de Merindades en los que se observa ese desplazamiento desde los castros hacia emplazamientos a niveles inferiores: El castro de Socueto que se desliza ladera abajo para formar el lugar de Opio (Mena), el castro de Manzanedo que dará lugar al lugar de Manzanedo en el fondo del valle... Cornejo y Haedo de Linares, Herrán, Cillaperlata, San Pantaleón de Losa, son más ejemplos de este tipo.

Así que, mas allá de una romanización más o menos intensa de la zona, cabe preguntarse tal y como dicen en el libro “Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito” ¿dónde fue a parar el resto de la gente?, porque, o bien efectivamente hubo un retroceso demográfico muy evidente, o vivieron durante siglos sin apenas dejar evidencias de su existencia.

Otro indicio que apunta hacia las tesis que estamos defendiendo es que la gran mayoría de las legiones que participaron en las Guerras cántabras abandonaron la zona inmediatamente acabadas las mismas, y que durante los próximos siglos no tenemos ningún registro de focos de resistencia en la zona (en realidad muy pocos registros de la zona en general). Antes al contrario, la epigrafía y la documentación nos habla de soldados cántabros enrolados en los ejércitos romanos. Por ejemplo en Asturias sí que permanecieron algunos contingentes, hecho que puede estar relacionado con la exploración aurífera. 

jueves, 21 de junio de 2018

Oda a las Merindades



"Abre su mano el cielo de Espinosa
Mirando a Peña Igaña y Magdalena
Y en el Valle bucólico de Mena
El Cadagua es espuma generosa.
Con el Trueba y el Purón cabalga el Losa
Y el Nela en Valdeporres se hace vena.
Todo es fuente de siglos que resuena
sobre la piedra histórica y gloriosa.
Y al fin tú, Villarcayo, renacido
arropas con amor a todo el partido
en tu pétreo regazo castellano
Que Burgos, orgullosa de tenerte,
con la voz de la sangre viene a verte
cuando Dios te acaricia con su mano..."
Carlos Frühbeck

La lechera del Barrio San Pedro (Burgos)


En el año 2010 se instaló, una estatua de una lechera en el barrio San Pedro de la Fuente. La estatua fue colocada a petición de los vecinos de la zona, que pedían desde hacía mucho tiempo una imagen que representase la historia y la cultura de ese barrio.
Esta imagen, es un recuerdo a las personas que " hicieron barrio", entre ellos una parte importante fueron pasiegos, los cuales cambiaron sus vidas, y viajaron desde la zona norte de la provincia y desde la comunidad vecina de Cantabria, a Burgos capital, a ganarse la vida, con sus vacas, instalando lecherías .
No hace falta ser muy viejo, para recordar como las vacas paseaban tranquilamente por el barrio, y qué decir de aquella leche que se vendía, recién ordeñada, en los pueblos y también en los barrios de la ciudad, para después hervirla para el desayuno y disfrutar con su nata.
No olvidemos nunca a quienes trabajaron desde su infancia, para ganarse la vida y que hicieron que la gente tuviese una vida mejor.

En el país de mi padre: El arándano


En el país de mi padre ( y del tuyo ) hay palacios y casonas con escudos de cien linajes hidalgos, iglesias, castillos y ermitas sin fin. Hay monasterios que aprendieron a hablar junto a pueblos que callan. Hay ríos y barrancos e inmensos bosques. Y hay, sobre todo, personas que pasean con orgullo su humildad .
Hay también una rica fauna y una flora donde platican, como en tertulia, los vientos del norte con los vientos del sur, los que vienen del Atlántico con aquellos que soplan desde el continente europeo y los que nos llegan del Mediterráneo.
Y en esta flora tienen un lugar muy destacado los frutos silvestres y entre ellos los arándanos, mirtilos o ráspanos. Estos frutos proceden de un pequeño arbusto caducifolio de hojas de color verde claro o amarillento que crece en los sotobosques de montañas y en bosques de coníferas.
Si bien es mucho más común en zonas del norte y centro de Europa también lo podemos encontrar en nuestros cuatro valles pasiegos. A estos arbustos se les denomina también arándanos, arandaneras, ráspanos, mirtilos o raspaneras según las diferentes zonas de la cordillera cantábrica.
El fruto es una pequeña baya de color azul violáceo a la que se le atribuye un montón de propiedades. Toma nota:
- Tiene vitaminas C y P, por lo que se dice que es beneficioso para la circulación de la sangre y en los problemas de varices.
- Mejora la visión y es beneficioso en los problemas de retina. A este respecto se cuenta la anécdota de dos aviadores ingleses de la Primera Guerra Mundial que consiguieron ver mucho mejor durante la noche tras la ingesta de arándanos.
- Es antioxidante y ayuda a combatir el colesterol. Tiene un alto contenido en taninos por lo que tiene efectos astringentes y antidiarreicos e igualmente se cuenta que es beneficioso para todo el sistema urinario, evitando y paliando infecciones. Y hay quien habla, hablar es gratis, de que incluso tiene efectos anticancerígenos.
En la cocina este rico fruto silvestre es utilizado para aromatizar aguardientes y para preparar mermeladas o confituras así como para acompañar platos de caza y elaborar postres.
Pero una de las maneras más suculentas y sencillas de comerlo es crudo, recién cogido del arbusto. De hecho, entre sus principales " clientes " se encuentran las vacas, los corzos y hasta los osos.
En Merindades, con un poco de suerte empezaremos a verlos muy pronto, desde finales de junio y a lo largo del mes de julio. Así que si quieres estar sano ya sabes lo que tienes que hacer. Y es que en nuestras Merindades tenemos casi de todo.
" En el país de mi padre hay bosques sin número
allá, a veces los lobos hacen brillar sus ojos en la sombra
y el mirtilo es negro, al pie del roble verde ".
( Paul Verlaine )

Merindades refleja como nadie los ríos de Burgos.



El norte de nuestra provincia se riega con los ríos Ebro, Nela, Trueba, Salón, Engaña, Trema, Pucheruela, Jerea, Jalón, Cerneja, Cadagua, Ordunte...

El agua ha configurado la orografía del norte de la provincia de Burgos, un " territorio manantial " surcado por docenas de ríos y arroyos en el que hay al menos seis embalses de agua importantes y lagunas milenarias en Gayangos. Como la cascada de Monte Santiago, los ríos del Valle de Mena vierten sus aguas hacia el Mar Cantábrico a través de la cuenca del Nervión.
El resto de los manantiales del norte contribuyen a la cuenca del Ebro y el Mediterráneo. Y ya en el sur de la provincia burgalesa se vierten hacia el Atlántico a través del río Duero.

El agua es espectáculo en la provincia de Burgos. En el norte, se manifiesta helada en invierno en los montes de Espinosa; se oculta por sumideros que se adentran en cuevas como Ojo Guareña; surge formando pozos y cae en cascadas espectaculares de más de 200 metros de altura que baila al viento como la cola de un caballo.

Ha roto las montañas formando cañones como los del Ebro y el Rudrón, y abierto docenas de desfiladeros como Los Hocinos, La Horadada o el de Pancorbo. Algunos manantiales tienen además propiedades curanderas y hay termas saludables en Corconte.

Ríos y arroyos navegan más de quinientos kilómetros por el norte provincial. El río Ebro nace en Fontibre, en el Pico Tres Mares, en plena Cordillera Cantábrica, entra en Burgos por el embalse de Arija compartido con Cantabria, pasa por los valles de Zamanzas, Manzanedo, Valdivielso, Cillaperlata, Trespaderne, Frías y Tobalina, y la abandona por el embalse de Sobrón, recorriendo por la provincia más de 200 kilómetros.

Sus principales afluentes castellanos son los ríos Gallejones, Trifón, Oca, Nela, Jerea, Ranera, Somo, Turón. Entre Arija y Sobrón hay otros dos embalses más del Ebro, uno en Cereceda, pedanía de Oña, y otro en Cillaperlata.

El Nela, el afluente principal de Las Merindades, nace en La Matanela, en la Merindad de Valdeporres, y recorre 75 kilómetros hasta su desembocadura en Trespaderne. Pasa por terrenos de Valdebezana, Castilla la Vieja y Villarcayo, Medina de Pomar y la Merindad de Cuesta Urria. Son tributarios suyos los ríos Trueba, Trema, Engaña, Torriente, Cénaga, Valdequintana, Gorrión.

El río Trueba nace en Estacas de Trueba, cerca de Espinosa de los Monteros, y desciende 47 kilómetros antes de desembocar en el Nela en las inmediaciones de Moneo. Pasa por Las Machorras, Espinosa de los Monteros, Loma de Montija, Villalázara, Barcenilla del Rivero, Bárcena de Pienza, Santurde, Villamezán, Medina de Pomar y Bustillo de Villarcayo. Sus afluentes son los ríos La Sía, Lunada, Toba, Río Seco, Pozos, Maílo, Cerneja, Noceco y Salón. El Cerneja y el Salón recorre cada uno veinte kilómetros.

Cuna de Castilla: Las Merindades



Bajando por el río Trema desde Cornejo y entrando ya en la Merindad de Castilla la Vieja por Torme se nos ponen los ojos como escarpias, la piel como platos y los pelos de gallina al ver este cartel.

Entendemos la pasión de algunos por lejanas tribus que fueron substrato de lo que habría de venir después y vaya por delante nuestros respeto, admiración y cariño h
acia ellas. Pero entendemos también que algunos se refugian en aquellas épocas porque es muy poco lo que se sabe al respecto y las posibilidades de inventar y de manipular son muy grandes.

A menudo, el propósito que se esconde detrás es intentar inventar una identidad para un determinado territorio que consiga diferenciarlo de lo común. Pues lo común, como el agua o el aire, no es valorado en su justa medida.

Bajo el concepto de Castilla, sin embargo, casi todo está escrito y las posibilidades de invención se reducen drásticamente.

Sus monumentos, sus iglesias, sus palacios, su lengua, su literatura, sus fiestas y algunas de sus tradiciones y de sus instituciones siguen aún vivas, muchos siglos después. Castilla no necesita inventarse nada.

En Verdades de Merindades creemos que aún no hemos sabido sacar provecho a esta preciosa marca: Cuna de Castilla y de su Lengua. Es decir, origen de lo Común a muchos millones de personas.

Aprendamos a valorar y a apreciar lo nuestro frente a los desprecios que puedan venir de fuera y frente a los intentos de disgregación con nuestras queridas comarcas vecinas.

Finalmente os recordamos estos hermosos versos del Poema de Fernán González, nuestro Buen Conde:

" Era toda Castilla sólo una alcaldía
maguer que era pobre e de poca valía
más nunca de omnes buenos fue Castilla vazía...
.........................
De una alcaldía pobre fiziéronla Condado
tornáronla después Cabeça de Reynado ". 

lunes, 18 de junio de 2018

Una mención a los galaicos

Castro de Baroña en Porto do Son. .Imagen de Simón Balvís (La Voz de Galicia)
Está aceptado por la mayoría de los historiadores que el término “Gallaecia”, del que deriva el actual nombre de Galicia, fue una creación romana. Parece derivar del nombre de algunas de las tribus del extremo noroeste peninsular, pero ni siquiera este extremo está comprobado. ¿Hasta qué punto pasó algo parecido con el caso de Cantabria? Quizás nunca lo sabremos.

Lo cierto es que las referencias a la conquista romana de la Galicia son muy lacónicas. Ni de las mismas ni de las referencias arqueológicas parece desprenderse que la resistencia ante las legiones romanas fuese muy encarnizada. La mayoría de los castros no muestran signos ni de destrucción ni de abandono en el tránsito de la independencia a la dominación, y tampoco se han encontrado signos de asedio, salvo quizás en las áreas más orientales que se suponen más vinculadas a los astures.

Antes al contrario, parece que los romanos heredaron de forma natural las rutas fenicias que desde Gadir (Cádiz) llegaban a las costas gallegas, de modo que los pobladores de la zona pasaron a la órbita romana de forma casi natural. En diferentes campañas irían aumentando su dominio de modo que mediado el siglo I aC probablemente la mayor parte de Galicia ya estaba bajo control imperial.

De hecho, es bastante plausible que desde aquí partieran alguno de los ejércitos que atacaron a los astures en las campañas asturcántabras, quizás desde un campamento que con el tiempo se llamaría Lucus Augusti, la actual Lugo, una de las ciudades más importantes de la Hispania romana.


Si contamos todo esto es porque quizás, sólo quizás, esa reserva etnográfica que sin duda representa el noroeste hispano, y que tiene en Galicia su principal ejemplo, poco tenga que ver con un carácter indomable y único de los que habitaban estas regiones en época prerromana.

Nuestra opinión es que esa peculiaridad del noroeste se ha visto remarcada más bien a partir de época moderna, y especialmente en el tránsito del siglo XX. Antes de ese periodo las similitudes con las comarca adyacentes de la meseta eran mucho mayores, y ha sido su carácter montañoso y su alejamiento de las vías principales de transmisión de costumbres homogeneizadoras la que ha permitido que ciertas costumbres se hayan mantenido mejor en estas regiones y no en otras.

Fuente:

“El territorio galaico durante las guerras Cántabras: nuevas perspectivas”. Angel Morillo. En “Celebración del bimilenario de Augusto”. Braga (Portugal). (2016)

martes, 12 de junio de 2018

¿Fué tan generalizada y encarnizada la resistencia Cántabra?

Peña Amaya.

Una pista de que probablemente no existía una conciencia común de pueblo cántabro entre los propios cántabros es la teoría, aceptada por varios autores, de que la resistencia a la dominación romana no fue tan generalizada entre los habitantes de la zona. Antes al contrario, es bastante probable de en muchos casos hubiera rendición más o menos amistosa.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que el propio ejército romano prefería ir ganando territorio sin necesidad de recurrir a sangrientas y complejas campañas. Es plausible que los pactos ofreciendo determinadas garantías y condiciones fuesen una estrategia habitual, y de hecho hay constancia de que así ocurrió en otras campañas mejor documentadas e indicios de que también pasó en el caso de que nos ocupa. Tal y como se indica en el libro “Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito”: “Debemos desterrar definitivamente el tópico historiográfico de la resistencia a ultranza de unos indígenas libres y heroicos frente a una potencia colonial arrolladora”.

Es verdad que se están produciendo importantes avances en lo relativo al conocimiento los episodios de asedio y ataque a castros del área asociada a los pueblos cántabros, pero no lo es menos que aún son muchos más aquellos en los que, al menos de momento, no hay evidencias de una ocupación violenta.

En relación con lo anterior, el mismo libro que acabamos de citar tiende a reducir las cifras de efectivos globales que participaron en las guerras cántabras, respecto a los datos que se tienen a manejar habitualmente. Fundamentalmente, porque el hecho de que se citen un determinado número de legiones no significa que lo hiciesen con todos su efectivos, ni que estos permanecieran en campaña durante todo el tiempo que duró la guerra. Los autores proponen un número no superior a los 30.000 hombres en total.

Fuente: “Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito.” VVAA. Universidad de Cantabria (2008)

domingo, 10 de junio de 2018

El rabel: también un instrumento burgalés y castellano


Este próximo fin de semana se celebra en Valdeporres la primera edición de un encuentro de Rabelistas, hecho del cual no podemos sino alegrarnos como cualquier otro que implique la dinamización del medio rural de Merindades y la conservación de su patrimonio. En todo caso, queremos hacer algunas observaciones al respecto.
El caso del Rabel es un ejemplo paradigmático de lo que está sucediendo con varias costumbres tradicionales practicadas antaño tanto en Cantabria como en otras regiones peninsulares. Efectivamente, hay que reconocer el mérito en el esfuerzo y dedicación que se ha tomado en dicha región en el mantenimiento y la transmisión de dicho patrimonio, de modo que a día de hoy esta provincia y Comunidad Autónoma es la principal salvaguarda del instrumento y sus melodías asociadas.
Pero, a efectos de estudiar el origen y la historia de este elemento etnológico, hay que hacer hincapié en que no es lo mismo señalar que una costumbre goza de su mayor salud en el territorio de Cantabria, que proclamar que la misma tenga un origen cántabro; y mucho menos que pueda servir de base para fundamentar un “ámbito de influencia cántabro”.
El rabel tiene su origen muy probablemente en los primeros instrumentos de arco creados en Oriente Medio. La expansión del imperio musulmán los hizo llegar a Al-Andalus y por extensión acabó pasando a la zona cristiana. Para este tipo de instrumentos se fueron desarrollando tanto las versiones más elaboradas para las familias más pudientes como las versiones populares que eran las que llegaban a ser conocidas por el grueso de la población.
En España partir del siglo XI se comienza a representar un instrumento noble, pequeño y de caja curvada llamado rebeb, que parece estar muy relacionado con los actuales rabeles, al menos en su forma, De caja curva y ahuecada. Se representan con gran profusión en canecillos románicos, miniados etc. Parece pues que alcanzó gran popularidad, quizás por su pequeño tamaño y manejabilidad, probablemente en su versión popular esté el origen de nuestros actuales rabeles.
A partir del siglo XIV los instrumentos ‘cultos’ de arco, al igual que la música instrumental, comienzan a evolucionar y complicarse, separándose de sus parientes pobres cuyos medios no son capaces de seguir la misma línea, ni tienen necesidad de ello debido a sus menores exigencias musicales. Mientras tanto los rabeles sencillos y rústicos quedan en manos de las clases bajas y asociados especialmente a los pastores. Sobre los siglos XV y XVI comienza a citarse en los escritos como asociado a éste gremio, que comienza a tener gran fuerza debido a que la producción de lana de oveja merina se convierte en la mayor fuente de ingresos de Castilla.
Debió de ser la época de mayor esplendor del rabel pastoril, ya que los pastores eran muchos. En esta época y siglos posteriores se cita mucho al rabel siempre en manos pastoriles y relacionándolo con lo bucólico de dicha profesión. En el siglo XVIII decae la industria de la lana, pero el rabel sigue empleándose como instrumento principal en ambientes rurales.
El verdadero declive del Rabel comienza hacia la mitad del siglo XX, La industrialización, el éxodo a las ciudades, la radio y la televisión, todo ello unido a un sentimiento generalizado de desprecio hacia lo ‘de pueblo’ hace que se vaya olvidando muchas de nuestras tradiciones e instrumentos, llegando a desaparecer en la mayoría de los sitios donde se tocaba al morir los últimos tañedores. Estamos convencidos de que el Rabel hace pocos siglos era conocido e interpretado en mucho lugares de la Península, sin embargo en la actualidad sólo se ha mantenido en algunos lugares muy concretos y en algunos casos a duras penas.
Sin duda la zona sur de Cantabria y Norte de Palencia es la zona en donde más rabeles y rabelistas han llegado hasta nuestros días, gracias a lo cual se puede considerar el instrumento como salvado por nuevas generaciones que han aprendido de sus mayores. Sin embargo, en registros recientes de mediados del siglo pasado, queda claro que no se puede asociar a este instrumento un origen cántabro, sino más bien, como decimos, pastoril.
Así, son en comarcas con fuerte tradición trashumante en donde los etnógrafos han podido recoger testimonios más o menos intensos: Además de la zona citada, la Sierra de la Demanda (tanto en Burgos como en La Rioja), Soria, comarcas montañosas de Ávila y Segovia, e incluso el norte de Extremadura y Toledo. También hay registros en Asturias, León y Zamora. Por influencia árabe, existen instrumentos semejantes al rabel tanto en algunos países del este de Europa como en varios países africanos.
Lo señalado para el instrumento también es parcialmente aplicable a algunas de las melodías asociadas, como es el caso del archiconocido “romance de la loba parda”, que se conoce en buena parte de las zonas indicadas. Queremos citar especialmente el caso del “Romance del Serranito (o Testamento del Pastor) recogido por el grupo Yesca en Huerta de Abajo (Burgos) y que se ha recopilado también en un lugar tan distante como Coria, en la provincia de Cáceres.
Fuentes:
Conferencia “Historia del Rabel” Luis Angel Payno.
“El rabel: análisis de los modelos y sus variantes, la técnica y el repertorio en Castilla y León”. Carlos Antonio Porro Fernández.

Visón europeo en las Merindades


El visón europeo (mustela lutreola) es un pequeño mustélido que vive en los ríos de nuestra comarca, La Bureba, La Rioja y otras zonas del País Vasco y Navarra. Puede pasar totalmente desapercibido pero habita los ríos Ebro, Jerea y Oca y está en peligro crítico de extinción. Además de en nuestra zona sólo existen pequeñas poblaciones en el delta del Danubio y los Urales. La principal amenaza para su existencia son sus "primos" americanos escapados de granjas peleteras. Si os encontráis con alguna trampa como la que aparece en la foto no la manipuléis, pues sirve para eliminar a su competidor americano y detectar la presencia del visón autóctono.



Las Behetrías


Muchos de vosotros habréis leído cosas sobre el famoso becerro de las Behetrías creyendo que se trata de un libro antiguo sin más, pero no es así. Ahora trataremos de explicar.
La Behetría era una población cuyos vecinos, como dueños absolutos de ella, podían recibir por señor a quien quisiesen. Su origen se remonta al siglo IX, en las benefactrías del Reino de Asturias con las que un hombre libre suscribía un contrato con otro –que podía ser un campesino libre como él, un caballero villano o un militar– poniendo sus tierras bajo la protección de éste, de forma voluntaria, con el fin de que le hiciese el bien como benefactor y, por ejemplo, le protegiera frente a las razzias de los musulmanes, escaramuzas muy habituales en aquellos siglos en que el norte del Valle del Duero era una extensa tierra de nadie. A cambio, el vasallo trabajaba las tierras para su señor, le pagaba impuestos y tenía la obligación de alojarlo y alimentarlo (derecho de yantar) si aquel viajaba con su séquito por la behetría.
Fue Pedro I nada más llegar al trono en 1351 quien encarga este famoso códice con el objetivo de inventariar en qué estado se encontraba la propiedad de las tierras en más de 2.400 núcleos de población de las actuales regiones de Cantabria, La Rioja y Castilla y León. Aquellos terrenos podían pertenecer al rey (realengos), a un monasterio (abadengos), a un hidalgo (solariegos)
La finalidad última de este inventario no era más que tratar de satisfacer los deseos de los hidalgos y que las behetrías desaparecieran.


martes, 5 de junio de 2018

No sólo los cántabros se resistieron a la dominación romana en el territorio de la provincia de Burgos

Ciertas personas tienden a usar como argumento a favor de la real o supuesta idiosincrasia única de los cántabros el hecho de que fueron los últimos y más encarnizados rivales de los Romanos en Hispania, de modo que los pueblos vecinos fueron poco menos que colaboracionistas sin especial interés en defender su autonomía.



Nosotros creemos que, siendo real e importante la resistencia cántabra, no hay que olvidar dos importantes circunstancias a tener en cuenta: la primera, que los pueblos situados más al sur se encontraban en territorios cuyo control era de mayor interés para los romanos, bien para el establecimiento de vías de comunicación, bien por sus posibilidades productivas, y, la segunda, que por la orografía de la meseta la defensa resultaba menos efectiva frente a las poderosas legiones romanas.



En todo caso, y pese a no haber sido tan abundante y pomposamente registrados como los episodios de las guerras cántabras, se pueden rastrear varias evidencias que demuestran que los habitantes pueblos situados en los tercios central y sur de la provincia pelearon por su libertad.

Las poblaciones meseteñas se implicaron a fondo en las guerras sertoriano-pompeyanas, estimuladas por la conciencia de que estaba en juego el mantenimiento de su independencia y de sus tradiciones frente a la amenaza del dominio romano. Clunia es cercada en el 75 aC pero no se rinde y logra romper el cerco. Aguantará hasta el año 72, incluso después de ser asesinado Sertorio, siendo posteriormente arrasada.
Clunia. Teatro romano
Hay noticias de que estas destrucciones fueron habituales, y parece poder relacionarse con las mismas ciertos registros encontrados en Roa, La Vid, Arauzo de Torre y Pinilla Trasmonte, En cuanto a las ciudades Turmogas, la mayoría sobrevivieron, aunque hubo una reubicación generalizada de núcleos. El castro de Olmillos, probablemente la Segisamo indígena, fue abandonado para ser reubicada al pie del cerro, lo mismo que ocurrió en Castrojeriz. Las gentes de La Polera, en Ubierna, se trasladaron al valle. Por el contrario, los castros de la zona autrigona permanecieron en su lugar, salvo quizás los de Cerezo de Rio Tirón y de Belorado
Tritium Autrigonum  (Monasterio de Rodilla). Foto Zález.

En el 56 aC hubo una sublevación de los recién sometidos vacceos, que arrastraron consigo a los arévacos. Clunia fue de nuevo una de las plazas fuertes. En 49 aC los generales Afranio y Petreyo reclutan muchos celtíberos al norte del Duero para luchar contra César. Todavía en el 29 aC, los vacceos se alzaron en su última sacudida nacionalista, uniéndose a astures y cántabros, en lo que puede considerarse un prólogo a las guerras cántabras.

Fuentes:
“Historia de Burgos” VVAA. Edad Antigua (1985)
“La edad del hierro en la provincia de Burgos” José David Sacristán de Lama. (2007)
“La edad del Hierro en las Loras y en el interfluvio Pisuerga-Arlanzon” Ignacio Ruiz Vélez. (Boletín de la Institución Fernán González. 2005/2)

lunes, 4 de junio de 2018

Colaboración militar de los Cántabros con otros pueblos prerromanos


En artículos anteriores hemos intentado dibujar un panorama de los pueblos prerromanos del norte provincial en el que las diferencias aparecen mucho más difusas de lo que habitualmente nos han presentado: fronteras difusas, modos de vida similares, creencias relacionadas, materiales análogos, pactos de colaboración… hoy ahondaremos más en este campo mostrando como los cántabros colaboraron con otros pueblos prerromanos cuando los mismos luchaban por su autonomía frente a las tropas imperiales.

Existen ya indicios de que los cántabros ayudaron a los vacceos cuando en las campañas que Roma dirigió hacia los mismos en torno al 150 aC. En el 137 aC, en el marco de las guerras celtibéricas, un ejército de cántabros y vacceos acudió en auxilio de los numantinos, obligando a los sitiadores a levantar el cerco. También aparecen implicados en las guerras sertorianas (76-72 aC), que afectaron fundamentalmente a vacceos y autrigones.

'Los últimos días de numancia'. Alejo Vera, 1881.

Incluso recientemente algunos autores están poniendo en duda que una de las causas de la guerra definitiva contra los cántabros pueda encontrarse en sus ataques contra autrigones, turmogos y vacceos. Antes al contrario, parece plausible que en realidad tuvieran una relación amistosa con estos pueblos que los proveían de ciertos suministros escasos en sus territorios. Sería la entrada en escena de los romanos los que cortaría este suministro y obligaría a los cántabros a recurrir al pillaje.

En este contexto, Sanz-Serrano y otros han reflexionado sobre el posible verbo “agitabant” que emplea el cronista romano al describir las acciones de los cántabros sobre los pueblos cercanos. Además de un significado del tipo “molestar” o “alterar”, también puede entenderse otro como “soliviantar” o “incitar a la rebelión”, lo que iría más en consonancia con otros registros históricos que acabamos de comentar, así como con las campañas preparatorias de las Guerras Cántabras llevadas a cabo contra los vacceos en el intervalo entre 29 y 26 aC.

Fuentes:
“Los Cántabros antes de Roma.” Eduardo Peralta-Labrador. (2000)
“Arqueología de los Autrigones. Señores de la Bureba”. Rosa Sanz Serrano, Ignacio Ruiz Vélez, Hermann Parzinger (2012).
“Castilla en tiempos de Fernán González”. Juan José García-González. (2008)