Una pista de que probablemente no existía una conciencia común de pueblo cántabro entre los propios cántabros es la teoría, aceptada por varios autores, de que la resistencia a la dominación romana no fue tan generalizada entre los habitantes de la zona. Antes al contrario, es bastante probable de en muchos casos hubiera rendición más o menos amistosa.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el propio ejército romano prefería ir ganando territorio sin necesidad de recurrir a sangrientas y complejas campañas. Es plausible que los pactos ofreciendo determinadas garantías y condiciones fuesen una estrategia habitual, y de hecho hay constancia de que así ocurrió en otras campañas mejor documentadas e indicios de que también pasó en el caso de que nos ocupa. Tal y como se indica en el libro “Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito”: “Debemos desterrar definitivamente el tópico historiográfico de la resistencia a ultranza de unos indígenas libres y heroicos frente a una potencia colonial arrolladora”.
Es verdad que se están produciendo importantes avances en lo relativo al conocimiento los episodios de asedio y ataque a castros del área asociada a los pueblos cántabros, pero no lo es menos que aún son muchos más aquellos en los que, al menos de momento, no hay evidencias de una ocupación violenta.
En relación con lo anterior, el mismo libro que acabamos de citar tiende a reducir las cifras de efectivos globales que participaron en las guerras cántabras, respecto a los datos que se tienen a manejar habitualmente. Fundamentalmente, porque el hecho de que se citen un determinado número de legiones no significa que lo hiciesen con todos su efectivos, ni que estos permanecieran en campaña durante todo el tiempo que duró la guerra. Los autores proponen un número no superior a los 30.000 hombres en total.
Fuente: “Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito.” VVAA. Universidad de Cantabria (2008)
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