El malogrado compositor Antonio José, a quien “desaparecieron” vilmente en el año 1936, y al que ya hemos citado con anterioridad en esta página, recogía en plena Merindad de Sotoscueva esta melodía dulce y ancestral conocida en toda la provincia:
“Labrador, labrador ha de ser,
labrador, labrador y le quiero,
no le quiero molinero,
ay porque le llaman el maquilandero.
Que le quiero labrador,
Que coja los bueyes
Y se vaya a arar
Y a la media noche
Me venga a rondar…”
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