domingo, 11 de marzo de 2018

SAN PEDRO DE TEJADA. Una joya del románico Burgalés en Valdivielso.



Desde mediados del siglo IX, lenta pero incesantemente, fueron apareciendo por estas tierras grupos repobladores que se fueron extendiendo por todo el valle. Uno de estos grupos, formado, según algún historiador, por treinta y tres monjes, diáconos y subdiáconos, sometidos a la disciplina comunal del abad Rodanio, fundaron el Monasterio de San Pedro de Tejada, como homenaje a las reliquias de San Pedro y SanPablo: “En nombre de Cristo se han reunido abades, padres y laicos católicos bajo el nombre de Hermandad de Tejada y en torno a las reliquias de San Pedro y San Pablo; así quedan marcados los nombres de los que en adelante poseerán la vida eterna. Amén”


Según el Cartulario del Monasterio de San Millán de la Cogolla: “Facta carta in era DCCCC, regnante Roderico comité in Castiella” (Hecha la carta en la era 900, gobernando el conde Rodrigo en Castilla), es de suponer que la fundación tuvo lugar a mediados o finales del siglo IX, aunque en un principio estos cenobitas vivieron dispersos por cuevas o en chozas muy primitivas.

El lugar donde se construyó el primitivo monasterio pre-románico, que acabaría convirtiéndose en un priorato del de San Salvador de Oña, se erigió, durante mucho tiempo, en el Monasterio más importante de la naciente Castilla, participando activamente en su repoblación. El constante avance de las fronteras castellanas fue la causa de que pasase a un segundo plano, quedando a la sombra del cenobio de Oña, que gozaba además de la protección de condes y reyes.

Actualmente se puede admirar la iglesia de San Pedro de Tejada, una verdadera joya del arte románico burgalés, que se construyó durante la segunda mitad del siglo XI, precisamente bajo el patrocinio del Abad de Oña.


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