De la primera época han subsistido de ese periodo términos como páramo, arroyo, grava, mota, balsa, nava, toba, tudanca, tabón, bárcena o garbanzo. Es particularmente interesante comprobar que este léxico de origen “protomediterráneo” encuentra paralelismos con la toponimia y hablas de la franja vascocantábrica. De hecho, palabras más características de nuestro tercio norte, como Cueto, Losa, árgoma o el propio río Ebro, también tienen este origen preindopeuropeo.
En Burgos, a juzgar por los topónimos y antropónimos de raíz celta, parece que superaron a los pobladores anteriores de sustrato mediterráneo. Aunque no hay que olvidar que en muchas ocasiones se limitaron a mezclarse con las poblaciones anteriores a las que impusieron su autoridad. Bercedo, Bricia, Cadagua, Clunia, Dobro, Sasamón, o Briviesca son claras herencias actuales de topónimos celtas. Seguramente a este estrato pertenecen ciudades como Moroeca, Segontia, así como todas las terminadas en –briga.
A través de estos nombres se puede descubrir el parentesco y vinculación de los turmogos y autrigones con los celtas bretones de Galia y Britania, así como con los llamados “Belgae”. El étnico “Cantabri” habría que segmentarlo en “kant-abri”, y pudiera significar “pueblos de la montaña” (o “duros como la roca”). Si esto fuera correcto el nombre correspondería a la última incursión (la que portaba la lengua céltica), y habría que postular que eran el grupo predominante cuando los cántabros entraron en contacto con Roma.
Fuentes:
“Historia de Burgos” VVAA. Edad Antigua (1985)
“Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito.” VVAA. Universidad de Cantabria (2008)
“Historia de Burgos” VVAA. Edad Antigua (1985)
“Los Cántabros en la Antigüedad. La historia frente al mito.” VVAA. Universidad de Cantabria (2008)
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